Lucia Camiglioni, devota de san Artémides Zatti, declaró a "La Libertà", el semanario diocesano de Reggio Emilia:
“La Misa de Acción de Gracias del 16 de octubre para mi fue verdaderamente, una oportunidad para dar gracias por muchas cosas. Gracias a san Artémides Zatti porque, conociéndolo más y viviéndolo en este itinerario, me recordó que es necesario volver más verdadera la capacidad de amar a través de gestos, palabras y decisiones concretas. Además comprendí que esto lleva a descubrir en el rostro de los que nos rodean a un hermano, para cuidarlo a él y su necesidad de afecto. Me conmovió su amor encontrado y dado, un nuevo corazón de carne, capaz de sufrir, de sentir compasión; como el corazón de Jesús (...)
Gracias por su ejemplo de fidelidad a Cristo y al hombre dándose todo en la oración y en el anuncio del Evangelio; hecho no sólo de palabras, sino con el testimonio de la propia vida, en situaciones de sufrimiento, de pobreza, a través de la caridad. Siempre con una sonrisa y el Rosario en la mano, recorriendo en su bicicleta las calles hacia la santidad, convirtiéndose así en un verdadero 'teólogo', a través de una verdadera teología, hecha con sus manos, pedaleando con esfuerzo por las calles de pueblos y ciudades, dándolo todo de sí mismo a los enfermos más pobres.
Y agradezco de nuevo esta sencillez que se regala como un don a nuestra comunidad de Boretto, para que cada uno de nosotros encuentre su propio camino y lo recorra con igual fe y generosidad. (...)
Una frase de la homilía me quedó grabada: 'Para ustedes ya nada será como antes'. Lo que para mí significó iniciar un nuevo itinerario en un camino de fe, tanto a nivel personal como comunitario. San Artémides Zatti intercede y ruega por nosotros ahora y siempre”.
Le hizo eco una joven, Mariapina, que participó en el evento ColorZatti ese mismo día.
“Color -dice la joven- porque yo había lanzado la idea de una carrera de colores, pero al no poder hacerla, invitamos a todos los participantes a venir con una camiseta blanca y luego al partir los niños dejaron su impronta mojada de color en la camiseta de los papás y amigos. Se inscribieron unas 400 personas y llegaron otras cien sin haberse apuntado.
Cada escenario estuvo amenizado con una narración, realizada por un grupo de narradores/actores de Boretto, quienes con vestuario y extras, contaron un trozo de la historia de san Artémides; se sumaron los juegos organizados por los niños de nuestra unidad pastoral; y por el coro de niños del Colegio Salesiano de Bibbiano. Mientras pasábamos de un escenario a otro, se invitó a niños y adultos a levantar sus sombreros azules, donados especialmente para el 'ColorZatti' y gritar 'hurra' por Zatti y por Jesús.
Antes de la etapa final pasamos por la Basílica, donde todos juntos individuamos un momento del día para agradecer a Dios y rezamos una oración de intercesión al santo.
Finalmente, nos dirigimos al oratorio para los últimos juegos y la merienda. Después de dos años de vacío, de silencio, este lugar se llenó de gente de todas las edades: niños, adolescentes, padres, abuelos, todos coloridos, todos alegres, todos felices de haber pasado juntos una tarde maravillosa. En ese momento me di cuenta de que esto era realmente un milagro: '¡san Artémides Zatti había combinado otra de las suyas!".