Como cuenta Giulio Spini en el libro Los salesianos en Valtellina, fue el viernes 24 de septiembre de 1897 cuando los primeros salesianos llegaron a la ciudad en tren desde Milán. Los esperaban el alcalde Toccalli, el arcipreste Stoppani, don Miotti y otro canónigo de la colegiata.
Una vez llegado el tren, bajaron entre otros -como narra Giulio Spini-, “el grupo de viajeros esperado por personalidades locales que se desplazaron a su encuentro: eran Don Federico Moratti, Director designado, Don Luigi Rocca, luego Tesorero General de la Congregación Salesiana, el clérigo Pastorino Paolo y el salesiano coadjutor Rodda Francesco, enviados por Don Rúa a recoger a los niños abandonados del pueblo a petición de los sacerdotes de la ciudad, para que fueran educados cristianamente y en las escuelas primarias pudieran aprender un oficio después en el propio estudio y para que los siguieran también otros jóvenes”.
Al día siguiente de su llegada a la ciudad, los salesianos celebraron la primera Misa en la iglesia de San Rocco, cuya rectoría les fue confiada.
“125 años después -reflexiona el padre Giacinto Ghioni, actual Director del Instituto Salesiano de Sondrio- todavía estamos aquí para intentar interpretar las necesidades, recoger las solicitudes, comprender las esperanzas de los jóvenes cada vez más necesitados de ser protegidos y ayudados”.
Como afirma el padre Ghioni, muchas cosas han cambiado en este tiempo: “Los campos de acción han cambiado, los estilos educativos han evolucionado, se han abierto espacios de acción en el sector del voluntariado, se ha redescubierto la dimensión vocacional inherente a todo proyecto de vida... Por otro lado, este Valle sigue siendo largo y ancho, los tiempos de viaje son largos, los planteles escolares están concentrados en la capital, la poca natalidad empobrece a las familias, a los chicos de la calle le siguen los que están en compañía de su smartphone…”.
En este contexto, los salesianos han tratado de adaptarse a los tiempos, permaneciendo fieles a su carisma y esto les permite -subraya padre Ghioni- “mirar al futuro con renovado entusiasmo, sabiendo que el desafío educativo será cada vez más difícil y complejo. ¿Es presuntuoso creerlo? Las muchas buenas personas que crecieron a la sombra de San Rocco nos animan a creer en este sueño, si somos capaces de adoptar el corazón y la valiente inventiva de la caridad de Don Bosco”.
La casa salesiana "San Rocco" de Sondrio consta hoy de un oratorio y centro juvenil, una iglesia pública, espacios polivalentes para la formación artística y cultural de los jóvenes y un gran internado que hoy recibe a decenas de niños y niñas de los pueblos más lejanos y remotos que los del valle de Valtellina.
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