Incluso en esta situación de emergencia, las casas salesianas no pierden su connotación: la mayoría de las actividades están dirigidas a la educación, socialización y asistencia en todas las dimensiones de los jóvenes.
“En primer lugar, nuestras escuelas atienden a los niños durante su horario normal de trabajo -explica el padre George Menamparampil, responsable de la Coordinación General Salesiana para la respuesta a las emergencias-. Además, nuestros oratorios están abiertos para los chicos, todos los días con actividades diurnas. Y en todo caso, los menores que residen actualmente en las casas salesianas tienen las 24 horas del día, alojamiento, alimentación y toda la ayuda necesaria, incluida la educación, el esparcimiento y los cuidados que todo chico o joven necesita”.
Los centros salesianos en Ucrania han permanecido todos abiertos. “Nos preguntábamos qué podíamos hacer y decidimos ponernos a disposición de la gente, de los que vivían allí y de los refugiados que llegarían”, declara al diario católico italiano Avvenire, el padre Daniel Antúnez, presidente de “Missioni Don Bosco” en Turín, quien en el marco de esta emergencia visitó las obras salesianas en Ucrania y Polonia.
Hoy en Ucrania devastada por los bombardeos, unos 680 menores de los centros educativos salesianos - un 80 por ciento del total-, siguen asistiendo a distancia a las clases; además los oratorios son siempre un rincón de refugio y esperanza para 208 de ellos; y 70 niños, muchachos y jóvenes están debidamente hospedados en las obras de los Hijos de Don Bosco – sumando un un total de 958 menores.
En Polonia hay 398 menores colocados en escuelas salesianas, 309 en oratorios y 210 recibidos en hogares, en total son 917.
En Eslovaquia, en cambio, hay 60 niños en los oratorios y 50 residentes en las presencias salesianas - y suman 110. Así, el total en los tres países considerados asciende a 1.985 menores recibidos.
En Moldavia, en cambio, no tienen una cifra precisa de menores, pero se puede decir que actualmente unos cuarenta refugiados son hospedados en la casa salesiana de Chișinău, y que desde el comienzo de la guerra, la obra salesiana ha ofreció un espacio de refrigerio y tranquilidad a más de mil personas.
Porque ante una tragedia inmensa y sin sentido como es la guerra, los Hijos de Don Bosco sólo pueden hacer todo lo posible para ayudar física y espiritualmente a su prójimo, y entre ellos de manera particular a los menores. “Trabajamos para cubrir las necesidades alimentarias, de hogar, de personas”, concluye el padre Antúnez, no sin antes renovar la invitación típicamente salesiana de rezarle a María Auxiliadora: “Ella es la madre de nuestra Congregación, Don Bosco decía que si se reza a María Auxiliadora, el milagro es seguro”.