Él y el Vicario inspectorial de Eslovaquia, el padre Peter Jacko, organizaron en un solo día todos los asuntos legales para poder hospedar temporalmente en Esolvaquia a los 47 menores ucranianos. Así, tras pasar una larga noche de espera en la frontera entre ambos países, apenas 72 horas después del primer ataque ruso a Ucrania, los chicos estaban seguros en la casa "Mamá Margarita" en la ciudad de Drienica, no lejos de Prexov.
La casa de retiros, dirigida por los Salesianos Cooperadores, se convirtió así en el refugio de todo el grupo. La bienvenida verdaderamente salesiana y el programa diario similar al de la casa familiar de donde venían, ayudaron a superar el primer impacto de la guerra.
María, una de las educadoras ucranianas que acompañan a los niños, contó a Radio Eslovaca algunos de los momentos difíciles antes de su partida de Lviv: "Pasamos la última noche en el sótano de nuestro edificio. Por la mañana, el padre Mykhajlo Chaban (Superior de la Visitaduría Greco-Católica de Ucrania, ndr.) nos dijo que partíamos. Mientras hacíamos las maletas un par de veces tuvimos que escapar al sótano, porque sonaban las sirenas antiaéreas. Todo fue muy rápido y solo me di cuenta de lo que estaba pasando una vez que me senté en el autobús”.
Los salesianos eslovacos emplearon una semana de intenso trabajo con los servicios sociales de Esolvaquia para garantizar y organizar al detalle todo lo necesario para el alojamiento temporal de los menores llegados desde el extranjero.
“Conozco a algunos de estos muchachos, hace solo un año y medio que regresé a Eslovaquia”, explica el padre Maník, coordinador de este proyecto. “Los menores tienen de 6 a 16 años. Y en solo unas horas, más de 100 familias aceptaron recibir a niños ucranianos. Al final, elegimos 10 familias en las inmediaciones de la ciudad de Prešov, que dieron la bienvenida a los niños más pequeños. En cambio, los más grandes viven en nuestras comunidades. Los hermanos abrieron sus puertas y sus corazones, dejaron que la situación en Ucrania los tocara personalmente”.
La Familia Salesiana de Eslovaquia respondió generosamente a la llegada de los muchachos. Dependiendo de sus talentos y habilidades individuales, los jóvenes se han integrado en las actividades de los oratorios de las ciudades en las que ahora viven. Por la mañana van a la escuela o tienen lecciones online directamente desde Ucrania. Es agradable verlos conectados con amigos y sus maestros. Dedican también unas horas al día para estudiar eslovaco. El programa jornalero es muy similar al que hacían en la casa familiar de Pokrova, en Lviv. En cambio, los niños más pequeños se reúnen todos los días en el Oratorio de Presov, donde dos educadores ucranianos trabajan con ellos hasta la tarde, cuando quienes los adoptan vienen a recogerlos.
El padre Marián Peciar, Delegado de Comunicación de la Inspectoría de Eslovaquia, cuenta: “Todos estamos convencidos de que la situación es transitoria. No sabemos cuándo terminará la guerra, pero uno de los chicos expresó su más profundo deseo: 'Esperemos celebrar la Pascua en casa'".
