En su homilía, Mons. Nosiglia comentó la página del Evangelio del joven rico y la pregunta existencial que plantea: "¿Qué debo hacer para tener la vida eterna?". “Una pregunta que hoy ya no es habitual, pero que habita en el corazón, si la traducimos en la tensión hacia la felicidad que todo joven siente fuerte y prepotente en sí mismo”, observó el prelado.
A continuación señaló cómo las palabras de Jesús no prometen atajos fáciles, ni para la vida eterna, ni para la felicidad, sino que indican el camino "del don de sí mismo, que se convierte en fuente de alegría... porque, como testimonia Jesús, hay más alegría en dar que en recibir'”.
El arzobispo de Turín animó por tanto a toda la comunidad eclesial a salir al encuentro de los jóvenes, “cuestionándose y renovando el propio estilo de vida, lenguajes e itinerarios, para promover con los jóvenes un diálogo abierto y libre, sin prejuicios”, porque, afirmó , “los jóvenes necesitan de la Iglesia y esta necesita de los jóvenes. El extrañamiento mutuo y la indiferencia no benefician a nadie y dejan enormes vacíos en el corazón de los muchachos, que ninguna otra realidad humana, social o religiosa puede llenar”.
Por otro lado, Mons. Nosiglia también exhortó a los jóvenes diciendo: “Tengan el coraje de contar a sus compañeros con alegría y entusiasmo la experiencia cristiana que están viviendo, invitándolos a vivir la amistad en un grupo alternativo a los muchos que frecuentan; un grupo... donde también se aprende a rezar juntos, a acercarse a la Biblia, a celebrar la Eucaristía, a servir con amor y solidaridad a los pequeños, a los pobres y a los que sufren; un grupo donde aún hoy es posible vivir un encuentro con Jesús en su comunidad”.
“Don Bosco les ayude a creer en ustedes mismos y a apuntar alto en vuestra vida, hacia las metas inexploradas de las alturas de la fe y del amor”, concluyó el prelado.
Finalmente, durante todo el día 31 de enero, merece ser mencionada la participación de la comunidad ciudadana y eclesiástica en la fiesta de Don Bosco. Entre los celebrantes de la Eucaristía de la fiesta del Santo de la Juventud -además de muchos salesianos, comenzando por el Rector Mayor, padre Ángel Fernández Artime- estaban el padre Carmine Arice, padre general de Cottolengo; monseñor Giacomo María Martinacci, Rector del Santuario de la Consolata; y Mons. Derio Olivero, obispo de Pinerolo.