De hecho, el 40% de las cartas son inéditas, por lo que salen a la luz muchos destinatarios desconocidos de la historia salesiana.
El muchacho campesino de Castelnuovo ha recorrido mucho camino: en la década de 1880 el nombre "Don Bosco" resuena en Italia y en el extranjero, incluidas las heladas tierras magallánicas y alguna tórrida ciudad de la India.
Muchas cartas (alrededor de un tercio) están escritas en francés, un idioma que Don Bosco apenas conocía. El hecho no es irrelevante: los diversos viajes de Don Bosco a la Costa Azul, el viaje triunfal a París en 1883, la edición de "biografías" en francés, lo habían dado a conocer a través de los Alpes como el San Vicente de Paul del siglo XIX. Se trata sobre todo de un círculo de benefactores franceses, algunos de ellos muy generosos, que han apoyado la obra salesiana en aquellos tiempos.
Además, en estos tres años, nos encontramos con un Don Bosco de setenta años (¡de la época!), seriamente enfermo. En muchas cartas se ve obligado a justificar la demora en contestar, la brevedad, la mala ortografía, la necesidad de apoyares en un secretario…. Sin embargo, nunca deja de escribir personalmente a determinadas autoridades civiles y religiosas, a algunos cohermanos, a determinados benefactores, a personalidades ilustres nunca conocidas personalmente.
Como en los tomos anteriores, este noveno volumen de las cartas también se puede distinguir entre las firmadas por Don Bosco, aquellas de las que escribió en borrador (luego copiada por el secretario y firmada por él), las cartas escritas por otros y simplemente firmada por él, las circulares impresas elaboradas por los colaboradores, pero siempre con su firma.
Se destacan Don Rúa y dos redactores del "Boletín Salesiano", el padre Bonetti y el padre Lemoyne, este último que se convirtió en el secretario particular de Don Bosco en esos años y secretario del Capítulo Superior. A él le debemos las conmovedoras cartas personales a los salesianos, algunas circulares, la circular que nombra a Don Rúa Vicario de Don Bosco con plenos poderes (1885) y sobre todo las dos cartas desde Roma en 1884.
Si bien es conocida la infancia de Don Bosco, su juventud, las primeras experiencias de Valdocco, para el Don Bosco adulto y para el Don Bosco anciano la fuente principal e ineludible son sus cartas: una especie de autobiografía cotidiana.
Solo queda esperar el último volumen de la correspondencia, el décimo, que recogerá las cartas del año 1887, las de enero de 1888 y las encontradas tras la publicación de los volúmenes individuales. El último también ofrecerá los índices generales de todo el corpus epistolar del santo, que contiene casi 5.000 cartas.