“No se trata de una simple sucesión cronológica, sino de una nueva lectura de lo que el santo escribió, donde se palpa el gran ejemplo de esperanza que ofrece”, explica el joven salesiano en formación Orazio Moschetti, de la comunidad de Alcamo.
El primer video se titula “La vita marchiata da un sogno” (La vida sellada por un sueño) y narra los años de 1815 a 1835. Ya en estos primeros años del santo, la esperanza acompañó siempre a Giovannino y es posible verlo en el gran ejemplo que tuvo en "Mamma Margherita"; pero también en el encuentro con Don Calosso y Don Cafasso, desde el compromiso y esfuerzo mostrado en el estudio, a las relaciones humanas que el joven santo logró fácilmente establecer, por ejemplo con Luigi Comollo o el judío Giona. El camino de Don Bosco ya estaba marcado por la esperanza.
El segundo video, “Trovare una geografia nel buio” (Encontrar una geografía en la oscuridad), relata los años de 1835 a 1845. Don Bosco se vuelve sacerdote e inmediatamente comienza a buscar un lugar donde poder hospedar a todos los niños que encontraba por la calle, a menudo huérfanos y sin educación. Es precisamente aquí donde la esperanza actúa: a pesar de las constantes dificultades, logra encontrar un lugar adecuado para sus hijos. Incluso cuando el camino parece difícil, el santo se confía a Aquel que, de niño, le había indicado el campo en el que debería trabajar. La esperanza y la confianza en la oración contribuyeron a la creación de un patio. La vida en el oratorio es un juego continuo de equipo, que sin embargo sienta las bases para vivir con alegría y redescubrir a Jesús, en uno mismo y en los demás.
El tercer video se titula “L’albero cresce ed estende i rami” (El árbol crece y extiende sus ramas). Desde 1845 los muchachos de Don Bosco han encontrado finalmente un lugar donde quedarse, donde pueden aprender todas las enseñanzas que él puede darles. Sin embargo, no hubo un momento de descanso ni para los muchachos, que estaban comprometidos continuamente en ayudar al santo, ni para Don Bosco, que se enfermó repentinamente por sus esfuerzos cotidianos. Sus muchachos, sin embargo, no se desaniman, rezan intensamente y se regocijan ante la curación de su Padre, Maestro y Amigo. Mamá Margarita se empeña para ayudar a su hijo. A partir de ese momento, la Gracia se vertió en el inmenso proyecto/sueño de Don Bosco, que él mismo comprendió plenamente solo en 1887.
La esperanza y la continua entrega a Jesús y María, ni por un instante defraudaron a Don Bosco porque “quien se entrega plenamente a Dios, es imposible que no sea escuchado”.