Stefano Ferrando frecuentó las escuelas salesianas, primero en Fossano y después en Turín, quedando fascinado con la vida de Don Bosco. Interrumpió forzadamente sus estudios con el inicio de la I Guerra Mundial, en la que participó como oficial, ganándose una medalla de plata. Tras la ordenación sacerdotal en 1923, partió para las misiones salesianas en el noreste de India, siendo uno de los grandes pioneros de la epopeya misionera salesiana en esa vasta región.
En 1934 fue nombrado por Pío XI, obispo de la diócesis de Krishnagar, aunque un año después fue transferido a la sede de Shillong, será durante 35 años el centro de toda su fecunda acción apostólica y evangelizadora.
Su apostolado se caracterizó por el estilo salesiano: la alegría, la simplicidad y el contacto directo con la gente: Su humildad, simplicidad, el amor por los pobres llevaron a muchos a convertirse y a pedir el bautismo. Reconstruyó la gran catedral y el complejo misionero. Difundió la devoción a María Auxiliadora y a Don Bosco. Se empeñó para que los nativos de India fueran los primeros evangelizadores de su propia tierra.
De un primer grupo de mujeres catequistas indias partió la fundación de las Hermanas Misioneras de María Auxilio de los Cristianos (MSMHC), agregadas a la Familia salesiana el 27 de junio de 1986.
El 26 de junio de 1969 después de haber tomado parte en los trabajos del Concilio, presentó las dimisiones a la propia diócesis. Cuando él llegó a Assam había encontrado a 4 mil católicos y al partir dejaba 500 mil. En Italia el anciano obispo misionero se retiró en la casa salesiana de Quarto (Génova). Falleció el 20 de junio de 1978.
El 3 de marzo de 2016 el Papa Francisco reconoció sus virtudes heroicas declarándolo venerable.