La explosión en Beirut ha causado al menos 137 muertos y unos 5 mil heridos. La onda expansiva se extendió más de 10 kilómetros destruyendo o dañando gravemente hospitales, lugares de culto, edificios públicos y habitaciones privadas, además de las naves que estaban en el puerto o ensenada. Se estima que unas 300 mil personas hayan perdido la casa y los daños materiales se calculan el miles de millones de dólares.
Uno de los hijos de Don Bosco presente en el país de los cedros declara: “Si bien hasta ahora no resultan víctimas salesianas entre nuestros conocidos, lamentamos los heridos y los daños más o menos importantes en muchas casas en las que ellos habitaban. La casa del hermano libanés, don Dany El-Hayek, ha sufrido graves daños, pero por fortuna sus papás se encontraban en la montaña. Refugiados sirios e iraquíes residentes en Beirut y de quienes nos ocupamos, nos señalan no solamente daños materiales en sus habitaciones, sino particularmente el choque psicológico sufrido por ellos y sus hijos. Ellos partieron de su país para huir de la guerra, ahora se encuentran en un país en crisis y en situación de gravísimo malestar”.
El Líbano de hecho, no logra ocuparse ni siquiera de sus ciudadanos y ahora se encuentra de repente con la capital devastada, después de 30 años de lenta y fatigosa reconstrucción tras la guerra civil. Las autoridades civiles y religiosas del país están haciendo llamados al mundo entero. “El Líbano merece de sus hermanos y amigos el apoyo necesario para reconstruir su capital”, declaró el un comunicado el patriarca maronita del Líbano, Bechara Boutros Rai.
La crisis ya grave ahora se vuelve absolutamente insostenible y las consecuencias no se pueden prever, o si preferimos, se puede prever que serán peores.
En esta situación los salesianos intentan contribuir ofreciendo una mirada de esperanza y haciendo un llamado a la solidaridad internacional: “Si muchos elevan un grito de desesperación y rabia por la inconsciencia de demasiados políticos y funcionarios, entre las cuales las autoridades del puerto de Beirut, a las cuales se atribuye la responsabilidad de la catástrofe de ayer, nosotros lanzamos un grito de esperanza, mirando especialmente a los jóvenes libaneses, llenos de recursos y espíritu de iniciativa. Nos sentimos cercanos a ellos y preocupados de su futuro. Solicitamos ayuda sea para ellos que para los refugiados sirios e iraquíes de quienes nos ocupamos".
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