Alto y robusto de físico, el Inspector de aquel entonces, el Siervo de Dios Padre Carlo Braga, amaba llamarlo en broma “Paulino”. Y Paulino, que nació en Shanghai, cuando todavía se estaba formando en Hong Kong, aceptó inmediatamente la petición del Inspector de volver a su ciudad natal para intentar salvar el trabajo de los Salesianos en favor de los jóvenes pobres, aunque en aquel momento Shanghai ya no era una ciudad libre.
El 8 de septiembre de 1955, fiesta de la Natividad de María, mientras era profeso temporal, Paulino fue arrestado por su lealtad al Papa, junto con el obispo de Shanghai y otros mil religiosos, sacerdotes y fieles. Aquel día, y posteriormente hizo el voto de recitar todos los días la Novena a María Auxiliadora escrita por Don Bosco, pidiendo a la Virgen que le concediera a cambio la gracia de hacer la profesión perpetua y de permanecer fiel a su vocación salesiana hasta su muerte.
Durante 65 años, hasta el día de su muerte, el Sr. Paolino mantuvo la recitación diaria de la Novena. De estos 65 años, 37 los pasó en prisiones y campos de trabajo. Los restantes casi treinta años, aparte de algunas breves visitas a los hermanos salesianos en el extranjero que le fueron concedidas, los pasó bajo la mirada de la policía en Shanghai, en lo que fue prácticamente un continuo arresto domiciliario.
Este último hecho de un arresto domiciliario los pasó custodiado en Shanghai en compañía de Nuestra Señora de Sheshan (como María Auxiliadora es venerada en China) y de Jesús Sacramentado, que los Superiores le permitieron mantener con él. Cuando no recibía a los muchachos que llegaban para visitarlo y a los que se dedicaba en estilo salesiano, el Sr. Paulino vivía en ininterrumpida contemplación con la Hostia Consagrada.
Lo que está escrito en las Memorias Biográficas de Don Bosco (vol. 17, 273) es totalmente aplicable a él. “Cuando un salesiano muere trabajando por las almas, la Congregación logra un gran triunfo”.
Fuente: AustraLasia