La importancia de esta iniciativa reside sobre todo, en el rol que ocupa el Rector Mayor en la Congregación y en la Familia Salesiana, de la que es centro de comunión carismática y apostólica. Como recuerda la “Carta de la Identidad Carismática de la Familia Salesiana de Don Bosco”: “Ese centro, según el pensamiento de Don Bosco, es el Rector Mayor. En él todos reconocen un triple ministerio de unidad: Sucesor de Don Bosco, Padre común, centro de unidad de toda la Familia. A él le corresponde la tarea institucional de admitir en la Familia Salesiana a los Grupos que lo solicitan, según criterios preestablecidos. Para esta misión suya advierte el deber de ofrecer las orientaciones necesarias para asegurar la fecundidad del carisma en cada Grupo de la Familia. Con el ejemplo y el magisterio teje la trama de la unidad y asegura, en la variedad de las vocaciones específicas, la fidelidad al espíritu y la coordinación de algunas iniciativas. Ejerce ese ministerio con la paternidad que fue propia de Don Bosco: una actitud que requiere comprensión y bondad, atención al crecimiento de cada uno, guía en la fidelidad carismática, empeño por la fecundidad de la vocación salesiana en todas sus expresiones, como dejó escrito Don Bosco: «Vuestro Rector cuidará de vosotros y de vuestra salvación eterna”.
Ver reunidos a los Rectores Mayores que han seguido a lo largo del tiempo a través de una historia, nos lleva de vuelta a los orígenes del carisma salesiano y nos muestra cómo en el transcurso del tiempo y de las generaciones, existe un hilo común de fidelidad y de creatividad. La alternancia de rostros, de nombres y de fechas es también un fuerte estímulo para recordar una historia que tiene casi tres siglos. Como ya lo he recordado: “No es un culto a la persona”, sino un signo de afecto, de gratitud y de conciencia por el trabajo realizado por los Rectores Mayores fallecidos. La oración de sufragio, ante estas tumbas, se convierte en un compromiso para cultivar el sentido de pertenencia y de unidad a la herencia carismática que han testimoniado en su ministerio como Sucesores de Don Bosco.
También es importante destacar que las sepulturas de los Rectores Mayores están custodiadas en un lugar especial: en la capilla de las reliquias, que es uno de los lugares más evocadores de la Espiritualidad Salesiana. Es un lugar sagrado que nos rememora los comienzos del Oratorio de Don Bosco, la pradera de ‘Filippi’, las visiones a través de las cuales la Virgen le indicó al Santo de la Juventud su misión apostólica. En la Capilla se encuentran las numerosas reliquias de santos y beatos y que recuerdan toda la historia de la Iglesia con el múltiple testimonio de santidad.
Esto significa que incluso el recuerdo del Rector Mayor es una invitación y un estímulo a esa llamada a la santidad que animó todo el trabajo de evangelización de San Juan Bosco. En esta perspectiva, es importante recordar que dos de sus sucesores, Don Miguel Rúa y Don Felipe Rinaldi, son beatos.
Este recuerdo evoca un pasado alegre y también doloroso y, al mismo tiempo, se proyecta hacia un futuro de esperanza. Es la maravillosa historia de una fecundidad que continúa y estimula a dar respuestas adecuadas a las necesidades educativas de los jóvenes de hoy, con propuestas de formación integral para que sean en la sociedad y en la Iglesia de hoy: “buenos cristianos y honestos ciudadanos”. A nosotros nos corresponde proteger y hacer crecer esta herencia espiritual y educativa que nos dejó Don Bosco y que fue desarrollada por sus sucesores.
Con afecto, Ángel Fernández Artime, sdb
Rector Mayor
