La carta del Consejero General dice: “Lo que pretendo comunicarles en esta carta se refiere a la experiencia formativa en el tirocinio y el modo de acompañar a los hermanos que viven este periodo de su vida, que nuestra Ratio dice que es “desde el punto de vista salesiano, la fase más característica de la formación inicial” (FSDB 428)
Un primer punto que hay que hacer notar es que las Constituciones Art. 115 no se concentra sobre la acción educativa y pastoral en cuanto tal, sino sobre la experiencia vital profunda que el hermano hace de dicha acción. Es la calidad de la experiencia vivida la que hace que el tirocinio llegue a ser “la fase más característica de la formación inicial” (FSDB 428).
La integración de las actividades y de los valores fundamentales de nuestra vocación que aquí se mencionan es, de hecho, un eco del aprendizaje a través de la experiencia de los valores de la vocación salesiana en las Constituciones art. 98. Y tanto el art. 98 como el art. 115 se retoman en una nueva síntesis en el art. 119, que es el artículo final de la tercera sección de las Constituciones sobre la formación, en el que se recoge en síntesis, la esencia de la formación de los Salesianos de Don Bosco: “Al vivir en medio de los jóvenes y en relación constante con los ambientes populares, el salesiano se esfuerza por discernir en los acontecimientos la voz del Espíritu, adquiriendo así la capacidad de aprender de la vida. Atribuye eficacia formativa a sus actividades ordinarias y aprovecha también los medios de formación que se le brinden…”.
Esta es una etapa de formación permanente, es decir, permanecer en un proceso de crecimiento y respuesta a la llamada de Dios, en el servicio al que se es enviado. Desde esta perspectiva, el tirocinio tiene un potencial único e irremplazable. ¿Por qué entonces debemos recordar estos elementos bien expresados en las Constituciones y en la Ratio? Porque en realidad, no se ha asumido en absoluto.
La carta está dirigida principalmente a los Inspectores y a sus Consejos, para fomentar el mejor discernimiento posible a la hora de elegir a qué comunidad enviar a los hermanos que realizarán el “Tirocinio” para realizar sus prácticas. El Reglamento y la Ratio son muy claros al recordar los requisitos necesarios para que una comunidad acompañe a estos jóvenes salesianos.
Es igualmente evidente que a los jóvenes tirocinantes se les pide que sean abiertos y estén dispuestos a dar lo mejor de sí mismos y a ser acompañados.
La carta del Consejero para la Formación, dirigida sobre todo a los que acompañan esta experiencia, que es el “director y la comunidad” y se une a la carta escrita en 2010 por el entonces Consejero para la Formación, P. Francesco Cereda, dirigida a los propios tirocinantes.
El artículo 44 de las Constituciones recuerda que la misión se lleva a cabo “ante todo en las comunidades Inspectoriales y locales”. Hacer del Tirocinio una “experiencia vital e intensa de acción educativa y pastoral” es posible cuando todos los miembros de la comunidad asumen esta responsabilidad de corazón, haciendo que lo que se vive en aquella casa particular se convierta en “la fase más característica de la formación inicial”.