Cargar mercancías en las estaciones, vender en la calle, trabajar en el campo, en las fábricas, en las minas o como servicio doméstico son algunas de las ocupaciones que realizan los menores en el mundo y que les privan de ir al colegio y de disfrutar su infancia. La pregunta a un menor nunca debería ser ¿estudias o trabajas?
El trabajo infantil se concentra principalmente en la agricultura (71%); el 17% de los menores que trabajan lo hace en el sector de servicios y el 12% en el sector industrial, en particular la minería.
Los misioneros salesianos en el mundo trabajan para rescatar a estos menores del trabajo infantil, con la finalidad de que puedan recuperar su infancia, ir a la escuela, jugar con sus amigos, aprender algo para la vida, sentirse amados y queridos, conocer quien es Dios y sentirse amados por un Padre amoroso, como les corresponde a los niños y niñas de su edad.
Los niños y las niñas son siempre mano de obra barata, fácilmente reemplazable y que no se quejan ni reclaman sus derechos porque no los conocen. Son tratados como adultos con abusivas jornadas de trabajo. Los menores, agotados y sin poder ir a la escuela, enferman con facilidad por realizar trabajo de adulto. Acarrean grandes pesos, trabajan en el suelo y con posturas que les producen malformaciones, enfermedades crónicas y, en todos los casos, baja autoestima, desconfianza y hasta depresión.
Los salesianos del mundo y todas las instituciones que siguen el pensamiento de Don Bosco, no se cansan de exigir los derechos y que se pongan las medidas adecuadas para que los niños y las niñas sean protegidos y se sientan seguros. La educación es la clave para que los menores no sean explotados, puedan transformar sus vidas, sean agentes de cambio y desarrollo y los protagonistas de su futuro.
Fuente: Misiones Salesianas