María está al lado de sus hijos: este es el mensaje que Don Bosco quiso recordar con su devoción a la Madre de la Iglesia, colocada en la base de la Familia Salesiana fundada por él. Lo hizo desde su propia experiencia personal. Él rezó muchas veces a María porque tenía muchas deudas, muchas amenazas, en incluso la indiferencia. Pero la decisión de dedicar la Basílica a “María Auxiliadora” viene de una observación precisa del camino histórico de la Iglesia: María está presente en la historia y, si la humanidad quiere ver el efecto, puede abrir los ojos de la fe y tocarla con sus propias manos.
Se puede ver en las gracias personales que vienen de Dios Padre y a través de las cuales Ella se encuentra presente, como cuando en Caná pidió a su Hijo que proveyera vino; pero también es una gracia que sostiene a los fieles en su testimonio, que revitaliza la caridad, que mantiene viva la esperanza, como sucedió con los apóstoles en el Cenáculo.
El heroísmo cotidiano del cristiano proviene de una profunda unión con Jesús. María está absolutamente interesada en esta relación y la fortalece como madre de Jesús y madre de la Iglesia. Su primera ayuda es hacernos realmente seguidores del Maestro, sacerdotes de su redención, constructores de su Reino. Es decir, “ser verdaderamente cristianos”. El resto viene después: la ayuda en las dificultades, la capacidad de ayudar a los débiles, la celebración gozosa de la liturgia.
El origen del nombre de María proviene de la mansedumbre de las primeras comunidades de fieles de Antioquía, Éfeso, Alejandría, Atenas, y pasa por la conciencia de que Ella dispensa sus gracias especialmente a los pobres y apacibles. Hay un detalle en la pintura de María Auxiliadora en Valdocco: la Basílica de Superga. La Virgen que se recuerda en ese templo es la "Virgen de las gracias", es decir, la dispensadora del apoyo espiritual y humano a la vida del cristiano. Lo mismo que Don Bosco encontró en Barcelona, donde tiene sus raíces la orden de los mercedarios, monjes que se ofrecieron a sustituir a los prisioneros de guerra y a devolverlos a sus familias profesando libremente la fe cristiana.
Probablemente Don Bosco quería que sus hijos fueran como los Mercedarios, actores en la lucha contra las diferentes formas de esclavitud -política, social y psicológica- de las que los jóvenes son las primeras víctimas.
Estamos seguros de que María Auxiliadora tiene un cuidado muy especial para sus hijos, los héroes de hoy.
