De la Oficina de Comunicación Social UNG
El P. Á.F. Artime llegó a Hungría el 1 de noviembre, un jueves por la tarde. Si su tarea era animar y animar a los Salesianos, a los miembros de la Familia Salesiana, a los educadores y a los jóvenes, fortaleciendo el espíritu de unión y de familia entre todos, entonces creo que podemos decir con certeza que lo ha conseguido, como Don Bosco lo habría hecho, ¡y en solo cuatro días!
En Kazincbarcika, el Rector Mayor recordó a los educadores una verdad que a veces se olvida: la importancia de crear entornos educativos con y para los jóvenes. De hecho, después de la actuación del coro del instituto, expresó: “estos alumnos pueden algún día olvidar las nociones que los maestros le enseñaron, pero haber cantado juntos en este coro quedará grabado en su memoria para siempre".
Cuando se dirigió a los profesores de las escuelas católicas de Budapest que habían asistido a una conferencia sobre pedagogía -y un tercio de ellos no eran profesores de las escuelas salesianas-, ofreció una síntesis perfecta de los pilares del Sistema Preventivo. “Ustedes no son solo amigos de los jóvenes, sino también son los educadores; pero en esta relación asimétrica, según el estilo salesiano, no puede faltar el afecto personal hacia vuestros alumnos. Enséñales las materias de estudio, pero háganlo con la razón, la religión y la amorevolezza de Don Bosco”.
Destacó también la importancia de la educación a la fe para abrir las almas de los jóvenes a lo trascendente. E invitó a vivir la amabilidad amorosa para saber transmitir que la vida de nuestros alumnos no interesa y bastante.
Sus palabras deben haber sido muy eficaces, si es que un profesor las compartió en redes sociales inmediatamente con estas palabras: “El sábado 3 de noviembre conocí a Don Bosco... Nos secuestró con su personalidad que representaba a Don Bosco, transmitiendo el estilo educativo salesiano de una manera creíble”.
A los Salesianos Cooperadores no nos propuso modelos inalcanzables, sino que habló del papel del oratorio y de la belleza de la identidad de quienes se consagran al bien de los jóvenes, como lo hizo el beato Stefan Sándor.
Sus palabras y sus gestos los guardaremos con cuidado, y con el tiempo resonará su voz en nuestros oídos.
Nos mostró el camino a seguir y la acompañó con su ejemplo.