Para la reflexión del mes de noviembre, proponemos una parte de una catequesis del Papa Francisco, sobre la misión educativa de las familias y la virtud de la paciencia (20 de mayo de 2015).
“Las comunidades cristianas están llamadas a ofrecer su apoyo a la misión educativa de las familias y lo hacen, sobre todo, a la luz de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo, recuerda la reciprocidad de los deberes entre padres e hijos: “Vosotros hijos, obedeced a vuestros padres en todo, ésto le agrada al Señor. Vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, para no desanimarlos” (Col. 3, 20-21). A la base de todo que esté el amor, el que Dios nos dona, que “no falta al respeto ni busca su propio interés, no se enoja, no tiene cuenta del mal recibido... lo excusa todo, lo cree todo, lo espera todo, lo soporta todo” (¡ Cor 13,5-6). Aún en las mejores familias es necesario soportarse, y ésto exige paciencia, sí, es necesaria tanta paciencia para soportarse! Pero la vida es así. La vida no se hace en un laboratorio, se hace en la realidad. El mismo Jesús pasó por una educación familiar.
También en este caso, la gracia del amor de Cristo lleva a cumplimiento lo que está inscrito en la naturaleza humana. Cuántos ejemplos estupendos conocemos, de padres de familia cristianos, llenos de sabiduría humana! Ellos nos muestra que la buena educación familiar es la columna vertebral del humanismo. Su irradiación social es la fuerza que ayuda a compensar las lagunas, las heridas, los vacíos de paternidad y maternidad que le tocan a algunos hijos menos afortunados. Estas irradiaciones pueden hacer verdaderos milagros. Y en la Iglesia suceden cada día estos milagros!
Deseo que el Señor done a las familias cristianas la fe, la libertad y la valentía necesarias para vivir su misión. Si la educación familiar encuentra la valentía de su protagonismo, muchas cosas mejorarían, tanto para los padres de familia inseguros como para los hijos desilusionados!. Es hora de que los padres y las madres reasuman su rol educativo. Esperamos que el Señor regale a los papás esta gracia: de no auto exiliarse de la educación de los hijos. Y eso solamente lo puede hacer el amor, la ternura, la paciencia”.