«Internet, que es un instrumento de comunicación maravilloso, puede convertirse en muy peligroso» ha destacado el P. Hans Zollner, Presidente del Centro de Protección de Menores. Existen fenómenos como la violencia sexual en los niños que están siendo difundidos y transmitidos pagados en la red en todo el mundo; realidades como el sexting, por el cual muchas niñas son invitadas a enviar fotos suyas desnudas y después expuestas en la red mediática; o simplemente todas aquellas situaciones en las cuales cerca de 800 millones de menores que utilizan la red recurren a contactos con desconocidos, con el riesgo de caer en situaciones no deseadas.
Por este motivo, el Papa Francisco, en su mensaje a los participantes del evento, advierte sobre tres peligros: sobrevalorar el daño que produce a los menores los abusos en Internet; pensar en las soluciones técnicas, los filtros, los algoritmos siempre más refinados sean suficientemente adecuados para proteger los menores de esos problemas; tener una visión ideológica y mítica de Internet, como el reino de la libertad sin límites.
El Papa recuerda que «se trata de considerar la gravedad de estas situaciones, de hacer leyes adecuadas, de controlar el desarrollo de la tecnología, de identificar a las víctimas y perseguir a los culpables de estos crímenes, de asistir a los menores abusados para rehabilitarlos, de ayudar a los educadores de los jóvenes para un adecuado uso del Internet, de desarrollar la sensibilidad y la formación moral, de continuar la investigación científica en todos los campos que están ligados en este desafío».
Los congresistas, por su parte, han elaborado un documento oficial, denominado «Declaración de Roma», que comienza con el título »De cómo se trata a los menores se puede juzgar una sociedad», lanzando 13 recomendaciones a los diversos estamentos sociales sabiendo que «mientras está fuera de dudas que Internet crea muchos beneficios y múltiples oportunidades en términos de inclusión social y nivel de instrucción», al mismo tiempo la red pone «desafíos sin procedentes para poder tutelar los derechos y la dignidad de los niños y protegerlos de los abusos y de la explotación».
«Trabajemos juntos para tener siempre el derecho, el coraje y la alegría de mirar a los ojos de los niños del mundo», ha concluido el Papa Francisco.