Por: P. Juan Picca, sdb
El Papa afirma que no es lo más importante saber dónde está el hijo físicamente, con quién está en ese momento, sino dónde está posicionado desde el punto de vista de sus convicciones, sus objetivos, sus deseos y su proyecto de vida.
La tarea de los padres incluye una educación de la voluntad y un desarrollo de hábitos buenos e inclinaciones afectivas a favor del bien.
A partir de 1846, el Oratorio ya está en Valdocco. Don Bosco sufre una grave enfermedad pulmonar, debe dejar el oratorio y guardar reposo en casa de su madre en I Becchi. Su regreso no lo hace solo. Ante su pedido, Margarita parte con él. A los 58 años, Margarita realiza una nueva opción. Será el Oratorio donde Margarita entregará a ‘sus hijos oratorianos’ sus últimos diez años de vida. Dios le regala al Oratorio otras mujeres que siguen los pasos de Mamá Margarita, quienes dando su ‘sí’ ponen a disposición de los jóvenes de Don Bosco su ser mujer. Será con Mariana Occhiena, hermana de Margarita, Juana María Rúa, Juana María Magone, la mamá de Santiago Bellía y Margarita Gastaldi que el Oratorio asume una fisonomía y sensibilidad familiares más concretas y palpables”.
Es probable que algunos se pregunten: ¿Qué tareas desempeñaron esas mamás con Don Bosco? Mariel Giordano lo expresa atinadamente, cuando afirma: “Nada mejor que una mujer con corazón de madre para ‘preparar a sus hijos la ropa limpia, y la cama para un buen descanso, para crear en ellos hábitos de limpieza y orden como parte de su formación y cuidado”. Una tarea humilde, pero sin dudas inestimable en el cauce del proceso educativo.