Ubicada en el distrito de Breña, en el corazón de la capital del Perú, la Basílica de María Auxiliadora de Lima está próxima a cumplir 100 años desde el final de su construcción. En 1924 se concluyó su frontis y su espigada torre, que fue durante algunas décadas la estructura más alta de la ciudad.
Su arquitecto, el padre Ernesto Vespignani, diseñó la torre para que estuviere ornamentada por una cruz de bronce, un reloj de cuatro discos y una estatua monumental de María Auxiliadora. Al momento de la ceremonia de inauguración de la torre y conclusión general de los trabajos, el 8 de diciembre de 1924, la cruz y el reloj estaban instalados, pero la imagen de la Virgen ni siquiera había sido realizada. Durante veinte años su hornacina permaneció vacía, mientras los esfuerzos por la ornamentación se concentraban en el interior del santuario.
A fines de 1943 que los Salesianos le encomendaron al artista peruano Natalicio Delgado su realización. Delgado había pintado la bóveda del ábside del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús de Magdalena del Mar, inaugurado en diciembre de 1942. Tras este trabajo, recibió el encargo de realizar la imagen para Breña, con la indicación de inspirarse en la estatua procesional de madera que se veneraba al interior de la Basílica desde 1921.
Fue trabajada con una altura de 4.20 m siendo vaciada en cemento blanco, obsequiado por la Casa Roselló, cuya sede se ubicaba al frente de la Basílica. Finalmente, la estatua fue colocada en mayo de 1945, siendo Inspector de los Salesianos en el Perú y Bolivia el padre José Cóggiola y Párroco de María Auxiliadora el padre Jerónimo Gordini. Es la escultura de mayor tamaño en todo el recinto, y en su tiempo fue la más grande de la Virgen de Don Bosco a lo largo y ancho de la República Peruana.
“Desde entonces, hasta hoy, su figura es el principal indicador externo de la advocación del templo y el primer contacto visual que tienen los transeúntes de la avenida Brasil con una iconografía mariana universalmente salesiana elaborada por el propio Don Bosco” cuenta David Franco Córdova, Historiador de los Salesianos del Perú.
Durante los nueve días de la novena en honor a María Auxiliadora, la Basílica de María Auxiliadora de Breña, situada en el corazón de Lima, se convierte en un punto de encuentro para miles de personas que acuden diariamente a rendir homenaje a la Virgen. La celebración más significativa tiene lugar a las 7:00 de la noche con la Santa Misa, atrayendo a fieles de todas partes que vienen a venerar a María Auxiliadora, nuestra madre bajo este título.
A lo largo de los años, la devoción a María Auxiliadora ha crecido significativamente, convirtiéndose en la segunda celebración o procesión más concurrida de Lima, después del Señor de los Milagros.
El predicador principal de este año 2024, el Padre Juan Pablo Alcas, Inspector Provincial de los Salesianos, ha centrado su mensaje en la figura de María como “La Mujer del Sueño”, haciendo referencia a los sueños de Don Bosco. Durante sus homilías, destacó la importancia de la modestia, la humildad y la pureza, y cómo, con la ayuda de la Virgen y la presencia de Dios, se pueden alcanzar todos los sueños.
El día 24 de mayo, la celebración alcanza su punto culminante. Las misas desde las 7 de la mañana, acompañan a todos los fieles que llegan a venerar la bella imagen de María Auxiliadora. A las 4:00 de la tarde, la procesión de María Auxiliadora recorre los puntos más importantes de Breña, finalizando con una misa y una celebración que concluye a medianoche. Esta jornada congrega miles de fieles de todas las edades, desde alumnos de colegios salesianos, exalumnos de diversas promociones, hasta miembros de diversas órdenes y congregaciones. La procesión y las misas de la novena no solo son actos de fe, sino también de comunidad, donde los devotos reconocen en María una guía que los conduce a Jesús.
La novena de 2024, bajo el lema "Madre Auxiliadora, Hermosura de la Virtud", ha reforzado el vínculo de los fieles con la Virgen. Las celebraciones, presididas por figuras destacadas.
Mirar a la Virgen María en el acontecimiento más grande de su casa, en la centenaria Basílica, es importante para todos los cristianos. Esta celebración no solo reafirma nuestra fe, sino que también fortalece nuestra comunidad, uniéndonos en un acto de devoción y amor compartido por nuestra madre celestial. Esta fiesta es un faro de esperanza y guía espiritual para todos.