Italia - Hace cincuenta años, el 11 de septiembre de 1973: el cardenal salesiano Raúl Silva Henríquez y la agonía de Chile
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11 Septiembre 2023

(ANS - Roma) - En un largo artículo publicado en "Il Sismografo", su director, Luis Badilla recuerda al cardenal salesiano Raúl Silva Henríquez, figura monumental de la historia latinoamericana y chilena en particular. El cardenal, fallecido en abril de 1999 a la edad de 92 años, sigue siendo muy querido y recordado no sólo en Chile, sino en la memoria de muchos católicos y no católicos. Es imposible, como escribe el director del "Sismógrafo", recordar los acontecimientos del golpe de Pinochet de 1973 sin la presencia aún viva de Salvador Allende y Raúl Silva Henríquez, "hombres distintos, pero ambos íntegros, hombres de paz y de justicia, y cada uno a su manera defensor tenaz e intransigente de la vida humana y de la dignidad de las personas".

A continuación, el relato de Luis Badilla.

Hace 50 años -el 11 de septiembre de 1973-, alrededor de las siete de la mañana, llamé a mi arzobispo, el cardenal Raúl Silva Henríquez, a quien conocía desde niño, pues él era Rector del Colegio San Juan Bosco y yo alumno. Quería informarle de lo que me habían dicho, dos horas antes, unos amigos que vivían en la ciudad de Valparaíso, el principal puerto de Chile, y donde él había sido obispo nombrado por Juan XXIII. La noticia era, aunque confusa y sin fundamento, espeluznante e increíble: la ciudad apretada entre la cordillera y el Pacífico estaba en manos de la Marina, la primera en mostrar -en plena noche- la verdadera naturaleza de los golpistas de Pinochet. Ya se hablaba de personas ejecutadas en la calle o en sus propias casas [...] Los golpistas se presentaron, abiertamente, ocupando la radio y la televisión, hacia las 5 de la mañana.

Don Raúl escuchó mi relato, nervioso y horrorizado, sin decir una sola palabra. Al despedirme, me dijo: "Procura protegerte bien a ti y a tu familia. Sabe, esta noche no he dormido. He estado trabajando y rezando. La noche es fría, muy oscura. Parece que la mañana no quiere llegar. Hoy no hay estrellas, Luis".

Allende, su familia y el cardenal Silva Henríquez

Conocí al Presidente Salvador Allende, con quien trabajé, y a dos de sus tres hijas: Isabel y Beatriz. Tuve la suerte de conocer, después del golpe, a su viuda Hortensia Bussi, una mujer amable y gentil que, a pesar de su edad y su frágil salud, recorrió el mundo abogando por la causa de la democracia y la defensa de los derechos humanos. Con ella y Beatriz, realicé varios viajes a Europa en los años setenta para reunirme con hombres de gobierno y favorecer la acogida de refugiados chilenos [...] Más de una vez fui portador de mensajes entre el Presidente y el Cardenal, y hoy, mirando hacia atrás con gratitud, tengo la certeza de haber conocido a dos gigantes morales que fueron olvidados demasiado pronto.

Último intento de salvar el país

En mayo de 1973, la situación política en Chile ya había degenerado irreversiblemente y la cuestión era sólo una: cuándo y cómo llegaría el golpe militar. Salvador Allende, apretujado entre los que deseaban una radicalización programática en una dirección socialista extrema y los que preferían una pausa para consolidar las reformas que había ganado (opción considerada por algunos como "socialdemócrata moderada"), decidió tomar la iniciativa de establecer un diálogo sincero y transparente con la oposición, la Democracia Cristiana. Intentó en varios momentos un diálogo con el ex Presidente y carismático líder del Partido Demócrata Cristiano liderado, formalmente, por el senador Patricio Aylwin, pero controlado por el ex Presidente Eduardo Frei. No fue posible. Frei siempre se negó a cualquier reunión porque, como demostraron los acontecimientos posteriores al golpe de 1973, ya formaba parte de un complot para derrocar a Allende.

El ex Presidente Eduardo Frei decide

Finalmente, con la mediación del Cardenal Silva [...] fue posible un encuentro entre Allende y Aylwin. Fue el viernes 17 de agosto de 1973. Al diálogo genuino y sincero entre ambos no siguió ninguna iniciativa. Todo quedó paralizado. La situación política del país, en vísperas de los mil días de gobierno de la coalición Unidad Popular, quedó irremediablemente comprometida.

Algunos testimonios aseguran que la noche del 10 al 11 de septiembre Salvador Allende escribió un borrador de su discurso a la nación anunciando un referéndum, asegurando que si perdía presentaría inmediatamente su dimisión. No había alternativa para una salida constitucional de la crisis.

La petición al Papa Pablo VI

Mientras él escribía este borrador y el cardenal Silva rezaba, las Fuerzas Armadas, que llevaban conspirando desde abril, como reconoció el propio Pinochet días después del golpe, habían puesto en marcha una maquinaria militar para derrocar al presidente Allende [...].

Fallo

Hoy, 50 años después, hay que decir que el Presidente Allende y el Cardenal Silva hicieron todo hasta el último momento para evitar una de las peores tragedias del siglo XX en América Latina. Salvador Allende puso fin a su vida suicidándose en el instante en que terminaba su experiencia política, que había fracasado por muchos errores políticos y programáticos, pero también por la absoluta inconsistencia de la alianza que lo apoyaba. En medio de los gigantescos escombros de dolor, luto y sufrimiento, el pueblo chileno identificó de inmediato en su pastor más conocido y querido el ancla para salvarse: don Raúl Silva Henríquez. Esta, sin embargo, es otra historia, la de la esperanza que nunca calla. La historia de un sacerdote y obispo que dedicó su vida a defender la dignidad humana sin vacilar y sin retroceder ante el poder.

Pocos meses después de mi salida de Chile, con su ayuda y la del entonces arzobispo de la ciudad de Panamá, Marcos McGrath (1924 - 2000), nos reunimos en el Vaticano en las oficinas del subdirector del Osservatore Romano, P. Virgilio Levi (1929 - 2002). Le pregunté entonces al P. Raúl por qué el Papa Pablo VI no había condenado el golpe a pesar de que lo criticaba duramente. El cardenal respondió: "Fui yo quien rogó a Su Santidad que no abordara el tema públicamente porque Pinochet habría reaccionado mal, aumentando la violencia. Así que se lo agradecí mucho al Santo Padre. El suyo fue un doloroso acto de amor hacia los chilenos".

También tuve la oportunidad de conocer al Papa Pablo VI, a quien, en uno de esos encuentros, le hice la misma pregunta. "Me lo preguntaron los obispos chilenos y creo que ayudó a muchos perseguidos", me respondió el Pontífice.

El artículo completo, de Luis Badilla, editado por el equipo editorial de 'The Seismograph', está disponible en el siguiente enlace: https://ilsismografo.blogspot.com/2023/09/cile-13-cinquantanni-fa-11-settembre.html

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