¡Don Bosco, un maestro de la interactividad!
¡'Interactividad' es una palabra clave en la comunicación digital y virtual! ¡Una palabra relativamente nueva! ¡Una palabra fuerte! ¡Una palabra que cambió nuestras relaciones! Desde un niño jugando hasta un anciano escuchando música online, ¡todos interactuamos! Piensen, por ejemplo, en las reuniones cara a cara, a las llamadas telefónicas, a los mensajes de texto en las redes sociales.
Pero, ¿qué es la interactividad?
El Oxford Reference Dictionary define la interactividad como "cualquier comunicación entre dos o más individuos que es moldeada dinámicamente por los participantes que intercambian. Cuando se toma como una propiedad del proceso de comunicación, la interactividad se caracteriza como activa e intencional y ocurre solo bajo condiciones en las que los roles de emisor y receptor son completamente intercambiables”.
Evidentemente la interactividad requiere un feedback de los espectadores/oyentes, por lo que el proceso de comunicación está modelado por la participación e involucramiento de todas las partes implicadas. Por ejemplo, una interacción se da en un grupo de personas que están conversando en una videoconferencia, que comparten imágenes, sonidos, textos, y por lo tanto interactúan entre sí.
Una segunda pregunta importante que se plantea: ¿qué constituye la interactividad?
Sobre todo lo hace la persona que se relaciona con otra persona o grupos a través de dispositivos o gadgets. Cuando asistimos, por ejemplo, a una conferencia en vivo, ¿de qué se trata en términos de relaciones humanas? Sobre todo son emociones, gestos, actitudes, acciones que expresan nuestra forma de ver y percibir la realidad.
La interactividad pone a mi persona, a mi yo, en relación con los demás. En cierto modo, mi inteligencia emocional y social se manifiesta en mis relaciones con los demás. En una reunión online, cuando estoy a favor de una opinión, cuando estoy de acuerdo o en desacuerdo, cuando expreso preocupación, apruebo o desapruebo algo, cuando me río, estoy expresando lo que siento, lo que pienso, mis intenciones e ideas. En el proceso de escuchar al otro, de entender su punto de vista, de expresar empatía, de buscar juntos soluciones a un determinado problema, voy construyendo una interactividad. Como en un juego, la interactividad requiere reglas de participación, escucha, diálogo, feedback.
Llegados a este punto, sólo me gustaría tocar brevemente un tema relacionado con la interactividad, el teléfono móvil, el ordenador u otros medios. Sin entrar de lleno en este tema, debemos decir que los humanos interactuamos con dispositivos, con apps, emojis, símbolos, sonidos, imágenes. El grupo Human-Technology Interaction (HTI), por ejemplo, estudia cómo interactuamos con la tecnología para comprender mejor y así mejorar la forma en que los humanos interactuamos con los diferentes tipos de medios.
Cuando usamos la tecnología, los servicios de Internet y las redes sociales, para promover las relaciones de equipo, o para promover el marketing o el servicio al cliente, para iniciar un grupo en una red social, estamos usando tecnología que afectará a las personas en la parte cognitiva, emocional y neurológica.
¡Se trata de interactividad!
Comprender la relación entre nosotros y la tecnología nos permite comunicarnos mejor y más ampliamente con las personas en el ambiente online y nos ayuda a interactuar con ellos sobre educación, investigación, evangelización, negocios y entretenimiento.
Volvamos al concepto inicial de interacción: tiene que ver con nuestra capacidad humana para conectarnos con los demás. La interacción ocurre, por ejemplo, con dos personas jugando a ping-pong o tocando música juntas, o actuando en un espectáculo.
¡Las interacciones requieren un feedback entre las personas!
¿Cuál es el medio en el caso de la música? Los instrumentos musicales, la canción, el sonido... ¿Quién interactúa?, los músicos, el cantante, el cantante con el público, etc. La participación entre los cantantes y el público es la interacción. Por tanto, la interacción es una forma personal y social de relacionarse con las personas en un determinado ambiente.
Aquí, me gustaría mostrar cómo Don Bosco interactuó con los jóvenes y creó excelentes herramientas y cómo hizo un excelente uso de los medios de comunicación de su tiempo (banda de música, teatro, juegos, liturgia) para promover la interacción.
En primer lugar, Don Bosco interactuaba con sus jóvenes a partir de su profundo modo cognitivo y afectivo de relacionarse con ellos. Su interacción partía de su capacidad de comprender, de interesarse por ellos, de motivar, abrazar y amar a los jóvenes. Hablando en términos de los estudios psicológicos actuales (términos como escuela afectiva de psicología, inteligencia múltiple, inteligencia emocional y social y neurociencia) podemos decir que Don Bosco tenía una fuerte inteligencia emocional, social y artística.
Don Bosco tenía un especial sentido profundo de entender las cosas, por ejemplo; una habilidad para reconocer emociones y sentimientos, y para mostrar empatía con los talentos y habilidades de las personas, sus áreas de debilidad, en qué necesitaban mejorar, sus niveles de flexibilidad, su sentido de responsabilidad. Y pudo apreciar su capacidad y necesidad de colaborar en grupo y mostrar empeño y fidelidad.
Gracias a esta capacidad como persona, como educador y como sacerdote, Don Bosco aprendió a identificar y comprender quién era cada persona, qué podía hacer y qué podía exigir para crecer, para crear, para comprometerse en el proceso educativo, y cómo estos podían transmitir valores, salesianos de los que se había impregnado.
En su tiempo, Don Bosco creó un sistema fuerte y eficaz caracterizado por una presencia viva y amable como educador: la participación de los jóvenes en las actividades escolares, educativas, artísticas y religiosas, con la libertad de los jóvenes para expresar su motivación interior en todas estas actividades y dar lo mejor de sí participando en actividades junto a los otros. De esta manera promovió la interactividad creativa en forma de redes de relaciones afectivas y sociales.
En el centro de este referente afectivo, social y espiritual está la figura de Don Bosco, que se ha convertido en un referente para todos sobre cómo interactuar para educar, a partir de su rica y profunda experiencia de interactividad afectiva.
Algunos estudios sobre Don Bosco (Stella, 1969) expresan con claridad y sencillez cómo Don Bosco amaba: “El corazón de Don Bosco nunca dejó de amar, hasta el final. La pedagogía de Don Bosco se identifica con toda su acción y toda su acción con su personalidad; la interioridad de Don Bosco se concentra finalmente en su corazón. Es el corazón como él lo entiende, "no sólo como órgano de amor, sino como parte central de nuestro ser", a nivel de naturaleza y gracia: el corazón quiere, el corazón desea, comprende y une, escucha lo que se dice, se inflama de amor, reflexiona, conmueve”.
Un buen número de estudios sobre la espiritualidad y el sistema educativo de Don Bosco muestran que tuvo una enorme capacidad para establecer relaciones humanas (Stella, 1969; Braido, 2004; Afonso, 2002), para fascinar a la gente, para incidir en la educación de los jóvenes, motivar, formar líderes, crear una red de relaciones, utilizar las artes para educar... ¡promover la interactividad!
Don Bosco ha desarrollado una escuela de educación única en la que la interactividad juega un papel muy importante. Intuitivamente comprendió qué es el ser humano y cómo ofrecerle lo mejor para su crecimiento y desarrollo en cuanto buenos seres humanos, abiertos a sí mismos, a los demás y a Dios.
Porque comprendió profundamente la realidad humana y supo proponer a cada joven un camino de crecimiento espiritual, Don Bosco es un educador que utilizó la música, el teatro y la misma liturgia como medio para relacionarse con sus hijos, involucrándolos creativamente como autores interactivos. .
La juventud de ayer y de hoy es intrínsecamente interactiva. El mundo digital, virtual y de inteligencia artificial de hoy requiere cada vez más interactividad. ¡Con Don Bosco, caminemos con los tiempos y con los jóvenes!