Aparecen dos escritos en el lienzo. La invitación "Ite ad Joseph" (Ve hacia San José), en la cinta sostenida por los ángeles pintada en el lienzo; y luego, en el entablamento debajo del tímpano el verso bíblico: “Constituit eum dominum domus suae”, es decir, “lo hizo señor de su casa”. Quizás este sea uno de los secretos de Don Bosco. Para ir a Jesús, además de referirse ciertamente a María, Don Bosco recuerda la figura de San José. Por eso, como dice el escrito, debemos "ir a José". No para quedarse allí con él, sino para que nos acompañe a Jesús, tal vez por eso mismo Don Bosco quiso que fuera "señor de su casa". Valdocco es, por lo tanto, una escuela de paternidad y filiación.
San José ejerce su custodia - de María, de Jesús, y de la Iglesia - con discreción, con humildad, en silencio, pero con presencia constante y total fidelidad, incluso cuando no comprende. Desde el matrimonio con María hasta el episodio de Jesús de 12 años en el Templo de Jerusalén; está al lado de María en los momentos serenos y difíciles de la vida, en el camino a Belén para el censo y en las angustiosas y alegres horas del parto; en la dramática huida a Egipto y en la frenética búsqueda de su hijo en el Templo; luego en la vida cotidiana de la casa de Nazaret y en el laboratorio donde le enseñó el oficio a Jesús. José, por tanto, vive su vocación de custodio en constante atención a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, no tanto al propio.
En él se puede ver cómo se da respuesta a la propia vocación, con disponibilidad y prontitud; pero también vemos cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. ¡Custodiando a Cristo en la propia vida, para custodiar a los demás!
En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre y es una responsabilidad que concierne a todos, ¡porque todos están llamados a ser custodios de los dones de Dios! Por lo tanto, es fácil imaginar a San José como modelo de padres, educadores, y de todo aquel que cuida a alguien.
Además de esto, José enseña a "custodiar el misterio". Debemos aceptar que no entendemos todo, especialmente los deseos de Dios, cuanto más confiamos y nos encomendamos a la voluntad de Dios, más hijos nos volvemos. Este es un aprendizaje largo, una escuela muy compleja. Una escuela -recuerda todavía el Papa Francisco- que "nos molesta", que "tantas veces nos hace ir por caminos que no queremos". Para San José fue así.
También Don Bosco tuvo que aprender poco a poco a ser hijo, aceptando realizar la voluntad de Dios: que San José nos ayude a todos a ser padres y a ser hijos.
P. Enrico Lupano
Fuente: Missioni Don Bosco