Recordando los empeños del Pacto Educativo Global por él propuesto, el Pontífice invita a los religiosos a entrar en tres líneas de acción concreta: “el centrarse, la acogida y el implicarse”.
Centrarse entendido como poner la persona en el centro, en “su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad”, de tal manera que los jóvenes “puedan crecer y madurar, adquiriendo las capacidades y los recursos necesarios para construir juntos un futuro de justicia y de paz”.
El acoger por ello se vuelve “ponerse a la escucha del otro, de los destinatarios de nuestro servicio, los niños y los jóvenes”, ante la necesidad de que “presten oído a otro tipo de sonidos, que no son simplemente los de nuestro círculo educativo”, para evitar que “se cierren en su propia autorreferencialidad ” y hará que “se abran al grito que brota de todo hombre y de la creación”. El objetivo es “incentivar a nuestros niños y jóvenes para que aprendan a relacionarse, a trabajar en grupo, a tener una actitud de empatía que rechace la cultura del descarte”, a “salvaguardar nuestra casa común”, “adoptando estilos de vida más sobrios”, “en el respeto de los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular”.
“Implicar e implicarnos”, dice el Papa Francisco, supone “que todos se comprometan activamente en esta labor educativa” para adquirir “un ojo crítico, capaz de entender los problemas en el ámbito de la economía, la política, el crecimiento y el progreso, y plantear soluciones que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral”.
El Papa Francisco concluye su mensaje invitando a todos los religiosos a ser “parte esencial del pacto educativo global” en este momento histórico de la Vida Consagrada en el campo educativo.
El Mensaje completo del Santo Padre a los participantes del seminario digital está disponible al pié de página en español, inglés, italiano y francés.