Nació el 20 de enero de 1855 y a los 14 años en 1869, en la casa salesiana de Mirabello tuvo el primer encuentro con Don Bosco. El joven Evasio fue conquistado: desde ese momento no dejó nunca más a Don Bosco, volviéndose uno de los intrépidos y valerosos pioneros de la primera época misionera salesiana.
Un año después de haber hecho la profesión perpetua en las manos de Don Bosco, el 15 de septiembre de 1876, con un grupo de misioneros guiados por don Francesco Bodrato, se embarcaba en Génova hacia Buenos Aires. Aquí el 22 de septiembre de 1877 fue ordenado sacerdote, siendo el primer salesiano ordenado en América.
Poco antes de partir, toda la familia Rabagliati fue recibida por Don Bosco en audiencia particular. Después de un momento de oración, nuestro Santo con acento inspirado susurraba estas proféticas palabras: “Bendigo a cuatro sacerdotes salesianos y a una Hija de María Auxiliadora, y a toda la familia Rabagliati aquí reunida”. Esa fecha señala la última vez en la que la familia Rabagliati se encontró reunida al completo.Muchos de sus miembros, de hecho, después partieron para las misiones en todo el mundo.
La obediencia religiosa llevó sucesivamente al padre Evasio a Argentina, Chile y Colombia. Apóstol celoso, gran comunicador, puso en marcha la obra salesiana primero en Argentina y después en Chile y Colombia, ocupándose de la juventud pobre.
La situación particular de Colombia país lo llevó principalmente a dedicar su atención y asistencia a los leprosos, en Agua de Dios y en otras zonas del país. Por ellos realizó un viaje a Noruega, para encontrarse con Gerhard Henrik Hansen (1841- 1912), que en 1873 había descubierto la bacteria responsable de la lepra (denominada morbo de Hansen). Agua de Dios es aún hoy testimonio luminoso de caridad y de esperanza salesiana entre los leprosos, donde el animador pionero era el padre Evasio y con él los sacerdotes Michele Unia, Crippa y el beato Luigi Variara.
Cuando la salud inició a probarlo, fue transferido a Chile. Aquí se apagó el 2 de mayo de 1920. El día de su muerte dejó en su cuarto un sobre cerrado y con las estampillas puestas, dirigido al padre Luigi Variara con motivo de la fiesta de María Auxiliadora, con este sintético y concreto testamento: “Siempre y todo por los leprosos”. Cuando don Evasio falleció, el gobierno colombiano proclamó un día de luto nacional, tal era la estima hacia este gran misionero.
En este 2020 Occimiano recuerda en centenario de la muerte de este extraordinario conciudadano, testimonio del coraje emprendedor y generoso de su gente en medio de las personas más frágiles y descartadas.