¿Cómo comenzó el trabajo de los Salesianos de Malta en favor de los jóvenes refugiados?
En 1994 llegó a Malta un joven de África y le dimos la bienvenida. Sin embargo, había entrado ilegalmente en el país y por esta razón fue arrestado. Nos preguntábamos qué podíamos hacer para protegerlo, y resultó ser una solución muy creativa. Se decidió que el Colegio “Savio”, una prestigiosa escuela maltesa, sirviera como centro de detención en este caso, para que el muchacho pudiera seguir viviendo con los Salesianos. Era, en otras palabras, un prisionero dentro del Colegio “Savio”. Esto permitió que el joven se beneficiara de una experiencia de cuidado y educación dentro de la comunidad salesiana. Podemos decir que así comenzó el compromiso de los salesianos con los menores no acompañados y los solicitantes de asilo en Malta.
¿Qué es lo que te inspira y motiva en tu servicio pastoral a los migrantes y refugiados?
Para nuestro trabajo en favor de los refugiados, nuestra inspiración es Jesús, el Buen Pastor. Es lo que nos hace abrir nuestros corazones y nuestros hogares. Como salesianos, estamos siempre dispuestos a acoger a los jóvenes menos afortunados: no importa si son malteses o si vienen de otras partes del mundo. Cuando vienen a nosotros, lo que importa es que inicien un proceso de integración en la sociedad lo antes posible.
¿Qué medidas deberían adoptar las instituciones nacionales y europeas para hacer frente a esta situación?
En realidad, hay una buena relación con las instituciones nacionales y con nuestro gobierno. Creemos que todas las instituciones, en estos tiempos, necesitan cada vez más la colaboración de la Iglesia y de otras ONG para mejorar su trabajo. Siempre seguiremos dando la bienvenida a las personas más vulnerables. En este momento, acogemos a unos 20 menores no acompañados.
