“Me levanto a la mañana, rezo en comunidad y luego voy a alguno de los colegios Luisa Mora de Olguín, Don Bosco o Santo Domingo Savio. Allí doy clases y vuelvo al mediodía para rezar un rato y almorzar. A las tardes me junto con animadores de la obra y amigos…”, relató Leito, quien enseguida agregó: “Los viernes, sábado y domingo tenemos grupos juveniles propios de la iglesia como Circo Saltimbanqui, Compañía, Mallín y Oratorio que son los que yo acompaño”.
Llevas 8 años de estudio y te faltan 4, ¿cómo fue tu relación con el deporte en este tiempo?
Siempre con el deporte tuve una inclinación linda, incluso antes de ingresar estudié educación física. Cuando llegué el año pasado a la ciudad, como siempre, me encantó el futsal, pedí permiso y me dieron.
Tienes una gran inclinación por la actividad física, pero sin embargo elegiste otro camino, ¿cómo fue tomar esa decisión?
Empecé a tener una vida espiritual y de servicio en barrios carenciados en los cuales me pregunté “¿por qué Dios a mí me regalaste tanto?, familia, estudio, comida, ¿y a ellos tan poco?”. Si a mí me dio un montón, me lo dio para compartir. Comencé a valorar muchas cosas de mi familia y sumado el estar entre jóvenes, les daba clases de futsal a los muchachos con síndrome de down; tuve una experiencia en la cárcel de menores y me pregunté si no quería eso para toda mi vida. Fueron 4 años muy fuertes. Fui a un retiro vocacional que me generó más dudas, sumado a que yo tenía otros sueños en mi vida. La duda en un momento fue tan fuerte que dije basta y al tiempo se lo comenté a mis padres, tomé mi decisión y comencé este camino en el cual varias inquietudes ya se despejaron.
Fuente: www.elciudadanoweb.com - Por Mauro Cucchiara y Fabricio Licata