¿Qué experiencia tiene como Consejero Regional al visitar las 400 casas salesianas en la región Mediterránea?
Es una experiencia maravillosa, algo que realmente desearía para todos, porque te da la oportunidad real, todos los días, a través de reuniones con la gente, de conocer acerca de la belleza y la complejidad del mundo, con todos sus bellos sitios e incluso sitios terribles, países pobres o en guerra...
También se ve el valor grande de la educación salesiana en todas estas casas salesianas, con la presencia de miles y miles de niños y jóvenes, con la participación de los laicos corresponsables en la misión, y con todos mis hermanos salesianos…
Además, cuando se viaja por lo que todo el tiempo, uno tiene la oportunidad de tocar con la mano el corazón de Dios y la acción de Dios en el corazón de las personas; al final, uno hace la experiencia de humanidad y de Iglesia, muy grande y bella; y que se abre para mirar el mundo de una manera distinta.
¿Qué es lo más importante que aprendió de Don Bosco?
Lo mejor que he aprendido es tener la sabiduría y la fuerza para que nunca decline la esperanza, aunque la vida esté llena de fatigas y de problemas. La esperanza es creer en las personas, en los niños, y por lo tanto trabajar porque los jóvenes, que son el presente, no el futuro; tengan una buena vida, una vida digna.
Y con ellos caminan las familias. Una casa salesiana tiene en su interior miles de muchachos, pero de hecho; muchas familias se ven involucradas en el proceso educativo. Se trata de un modo simple, práctico y concreto, para ejercer la virtud de la esperanza y caminar; y para que la vida del Evangelio ofrezca caminos diferentes para tantas personas.