RMG – Los misioneros de la 155ª Expedición Misionera Salesiana: Henri Mufele Ngankwini, de la Visitaduría - África Congo Congo (ACC) a la Inspectoría Italia Meridional (IME)

(ANS – Roma) – El salesiano congoleño Henri es uno de los nuevos misioneros salesianos destinados a servir a los jóvenes de la Inspectoría de Italia Meridional (IME). "Somos hijos de un gran soñador, Don Bosco, y no está mal tener sueños y proyectos –afirma lleno de entusiasmo misionero–. Mi sueño es ir a anunciar a Cristo en mi tierra de misión, sin ninguna pretensión de convertir a los demás".

¡Hola, Henri! Preséntate…

Soy Henri Mufele Ngankwini, congoleño de la República Democrática del Congo, salesiano de Don Bosco desde el 2021. Tengo veintiséis años, soy parte de la 155ª Expedición Misionera y ahora soy misionero en la Inspectoría de Italia Meridional (IME).

¿Qué te inspiró a elegir ser misionero?

No soy exalumno salesiano, pero conocí a los salesianos a través de un amigo que ya era aspirante de Don Bosco. Gracias a él y al aliento de mis hermanos y hermanas, pude emprender esta aventura con el Señor siguiendo los pasos de Don Bosco. En mi discernimiento vocacional, descubrí dentro de mí el deseo de ir a anunciar la Buena Nueva de Cristo.

A esto se sumó la vida ejemplar, aunque siempre con limitaciones humanas, de nuestros misioneros. Así que primero hablé con mi Superior de entonces, el padre Manolo Jiménez, y luego con mis compañeros de noviciado y posnoviciado. Al finalizar mi formación filosófica, gracias a las respuestas favorables del Consejo de mi comunidad en Kansebula y de mi Inspector, junto con Aurélien Mukangwa, recibí la autorización para escribir al Rector Mayor, quien me admitió y envió como misionero.

¿Estás contento con el lugar al que vas? ¿Tienes miedos o preocupaciones respecto al nuevo lugar, la cultura y la gente?

Estoy contento con mi nueva tierra de misión y, al mismo tiempo, tengo un poco de miedo. Estoy feliz porque creo que es allí donde el Señor me espera para poder representarlo eficazmente, a pesar de mis limitaciones. Sin embargo, las culturas del mundo son diversas y eso me descolocará, sin olvidar a las personas que conoceré y el hecho de que tengo un color de piel diferente al de ellos; todas estas cosas se me presentan como desafíos. En todo esto, me digo a mí mismo que esta misión no es mía y que el Señor nos dará lo necesario para poder anunciarlo a las personas que encontremos.

¿Cuáles son tus planes y sueños para tu vida misionera?

Somos hijos de un gran soñador, Don Bosco, y no está mal tener sueños y proyectos; pero en mi caso, mi sueño es ir a anunciar a Cristo en mi tierra de misión, sin ninguna pretensión de convertir a estas personas, porque la conversión viene de la gracia del Señor. Soy como María Magdalena: sé que la noticia que llevo se encontrará con Tomás, Juan y Pedro. Como salesianos, nos dedicaremos al bien de los jóvenes, cuidando de ellos e invitándolos a cuidar de su cuerpo y su alma.

¿Cómo reaccionaron los miembros de tu familia, amigos y hermanos de comunidad cuando les hablaste de tu vocación misionera?

Mi caso puede parecer excepcional para algunos, porque mi familia estuvo de acuerdo desde que les hablé, al igual que mis hermanos de comunidad y amigos. De hecho, todos me animaron a rezar siempre para que el Señor me acompañe e ilumine a los Superiores.

¿Tienes algún modelo de gran misionero cuyo estilo de vida te gustaría seguir?

Sabemos que el misionero por excelencia es Cristo; además de Cristo, mi modelo para la misión es María Magdalena. Era una pobre pecadora que se benefició de la gracia del Señor al ser la primera en anunciar su Resurrección. Pero también admiramos a los santos Pablo y Pedro. Lo que quiero y busco no es otra cosa que mostrar a mis hermanos y hermanas este Cristo crucificado, muerto, resucitado y ascendido al Cielo... Nada más que Cristo.

¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes sobre la elección y la vocación misionera?

Al final de esta charla, pienso como el papa Francisco, que nos pide salir de nuestras comodidades para ser embajadores de Jesucristo entre nuestros hermanos y hermanas que necesitan su palabra, entre aquellos que no sienten esta necesidad y aquellos que la han olvidado por los placeres y distracciones de este mundo. A todos mis hermanos y hermanas les digo que ser misionero no es sinónimo de salir de su país: ¡sean misioneros donde están! Porque el Señor quiere que sean sus embajadores; y, si les toca ser enviados fuera de su amado país, den gracias al Señor y represéntenlo fielmente. En todo, la oración es el arma poderosa del cristiano y, en especial, del misionero. ¡Atrevámonos todos a ir en misión! Que el Señor nos proteja con su gracia y nos bendiga.

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