¿Qué ha hecho para responder a las emergencias provocadas por el Covid-19?
El primer proyecto de ayuda de la Iglesia Católica fue la campaña de recaudación de fondos “Respira Perú” para construir varias plantas públicas de oxígeno. Luego con la Iglesia lanzamos la campaña “Resucita Perú”, para ofrecer un plan de ayuda y acompañamiento integral. Como salesianos participamos a través de la Fundación Don Bosco de Perú e hicimos todo lo posible para que ninguno de los nuestros se quedara sin empleo durante la pandemia. Lo logramos, en una situación difícil. Finalmente, llevamos a cabo campañas de ayuda directa, recogiendo alimentos para ofrecer a más de 90 “ollas populares”, como se les llama aquí a los comedores populares.
En Perú todas las escuelas están cerradas desde marzo de 2020, siempre habéis mantenido abiertas vuestras ocho "casas Don Bosco". Una decisión valiente.
Una decisión necesaria. Son centros para niños con mayores dificultades, que viven y estudian en su interior. Recibimos a alumnos que provienen de nuestros 25 centros escolares -lamentablemente cerrados desde hace casi dos años- y les hemos garantizado a estos niños sin acceso a internet que pudieran formarse virtualmente a distancia. Esto ayudó mucho a las comunidades que tenían una Casa Don Bosco a sobrellevar mejor el encierro. De nuestras ocho Casas Don Bosco, siete están dedicadas a niños que se están formando en la escuela media y secundaria. La octava recibe a migrantes venezolanos.
¿Cómo se integra a los venezolanos que huyen del hambre?
Se quedan con nosotros entre tres y seis meses y mientras tanto nos ayudan con campañas de alimentación. Por ejemplo, decidieron renunciar a una comida semanal para llevarla a las personas sin hogar que no tenían nada para comer. Por nosotros han pasado más de 800 venezolanos adultos. Después de seis meses, o se detienen en Perú con un trabajo, o continúan su viaje migratorio a otros países.
¿A cuántos niños están ayudando en este momento?
Hay unos cincuenta en cada una de nuestras casas Don Bosco, por lo que en total son unos 400. Y luego está Monte Salvado, un instituto agrícola que ofrece formación técnica y humanística y hospeda a unos 160 menores.
¿Cómo continúa su compromiso hoy?
Prestamos atención y seguimos ayudando a las personas. En este período las Misas virtuales se han multiplicado y la realidad del funeral es muy dolorosa, celebrada contactando con una videollamada a quienes se vieron obligados por las reglas de la pandemia a no participar. Esta ayuda también fue significativa para que los familiares recibieran asistencia espiritual.
El Covid-19 ha acrecentado el sentido de la misión salesiana, que es estar al servicio del pueblo, en medio de los que más sufren, utilizando nuestro carisma con los jóvenes.
¿Podemos hacer más? Ciertamente, pero desde mi perspectiva como Inspector viendo todo lo que se ha hecho, estoy muy contento de cómo reaccionamos en una circunstancia tan difícil.