¿Elegiste el destino o te lo asignaron? ¿Estás feliz con eso?
No lo elegí directamente, pero cuando mi solicitud fue aceptada indiqué en mis preferencias que estaba disponible para ir a África y aprender francés... De todos modos, siempre fui feliz con lo que me asignaron y estoy convencido de que Dios continuará apoyando mi alegría donde quiera que vaya.
¿Cómo tomaron las personas a ti cercanas tu decisión de ser misionero?
La mayoría apoyó mi vocación misionera. Y también sé que el maravilloso apoyo que he sentido no se puede dar por sentado, especialmente en mi familia. Y es un reflejo del apoyo amoroso que he sentido constantemente ...
¿Tienes dudas o temores sobre la nueva cultura, la nueva realidad…?
Quizás soy ingenuo, pero realmente no tengo mucho temor. Sé que habrá desafíos y luchas, pero si vivo en la gracia de Dios y confío -cuando lo necesite- en el apoyo de mi Familia Salesiana, sé que hay algo bueno que saldrá frente a cualquier desafío que tenga que enfrentar.
¿Qué proyectos o sueños tienes para tu misión?
No tengo planes exactamente. Mi único sueño es crecer en fidelidad y humildad. Si consigo crecer sobre todo en estas dos virtudes, creo que Dios hará el resto.
¿Tiene modelos de misioneros que deseas imitar?
Me inspiraron los dos santos que la Iglesia señala como patronos de las misiones: Santa Teresa de Lisieux y San Francisco Javier. De santa Teresita, que nunca ha puesto un pie en las misiones, quisiera tomar el corazón ardiente por el amor de Dios, su forma sencilla de amar, su pasión por Cristo y su deseo de ver almas en el Cielo, unidas a las de su humildad simple y tan propia de la “infancia espiritual”. ¡De San Francisco Javier, el celo pastoral y la pasión misionera!
La vida misionera es ante todo evangelización y celo pastoral de las almas. ¿Te sientes preparado en este campo?
Normalmente soy una persona bastante reservada, lo que puede parecer una pequeña antítesis de la imagen estereotipada del celo; pero mi corazón no desea más que llevar a Cristo a quienes más sufren, especialmente a los jóvenes, porque en mi corta vida salesiana siempre me han movido los grandes desafíos que enfrentan los jóvenes y la profunda necesidad de Cristo en su vida.
¿Quieres enviar un mensaje a tus hermanos o a los jóvenes?
Diría a mis hermanos que todos vivimos y profesamos las mismas constituciones, la misma consagración, y las mismas virtudes: disponibilidad, desapego, pobreza, humildad… Todos tenemos ante nosotros la misma lucha como consagrados salesianos. Mientras que a los jóvenes, simplemente les diría que abran sus corazones: ¡el llamado y el amor de Dios son ciertamente suficientes para llenar completamente una vida!