La pandemia ha revelado nuevas debilidades incluso en los jóvenes más "afortunados" y se afirma ampliamente que las nuevas generaciones pagarán un precio más alto. ¿Compartes este análisis?
Si hay una categoría de personas sobre la que nunca se debe generalizar, son los jóvenes. Hoy muestran con orgullo la curita (que se pone después de la vacuna ndr) en su brazo: son jóvenes y adolescentes que no sólo piensan en las vacaciones en libertad. Eligen la vacuna para recuperar la normalidad, volver a clase y superar la pesadilla de la educación a distancia, retomar las actividades deportivas, pero también para volver en forma segura a la universidad o al trabajo.
¿Qué debe hacer el mundo de los adultos para ayudar a los muchachos a mirar más allá de Covid-19 y planificar el futuro?
Aquí el tema se refiere a qué tipo de comunicación debe usarse entre adultos y jóvenes. Los adultos todavía estamos demasiado apegados a la comunicación verbal formada por buenas palabras, llenas de "por favor". ¿Pero no será quizás el momento de poner en marcha señales y posibles itinerarios de encuentro? Porque todos sentimos la riqueza que tiene un encuentro prolongado, sin prisas, sin mirar el reloj, sino transmitiendo la verdadera sensación de estar allí solo para ellos. Necesitamos compartir experiencias. Esto es lo que escribía Don Bosco desde Roma en 1884 en una carta enviada a los Salesianos de Turín Valdocco: "¡No basta con que los jóvenes sean amados, sino con que comprendan que se les ama!". Con esto los invitó a estar entre los jóvenes, a jugar con ellos, a seguirlos en todas sus actividades, a practicar la cercanía ...
¿Cuál es el papel de la pastoral juvenil en nuestras diócesis?
La Pastoral Juvenil tiene grandes oportunidades: son los educadores y sacerdotes jóvenes que se encuentran entre los muchachos. Se ven favorecidos por la cercanía de la edad, las múltiples ocasiones, incluidas las veraniegas: “Estate Ragazzi” campamentos con escolares, oratorios abiertos y acogedores más allá del color de la piel y la afiliación religiosa. Pero incluso aquí, y no soy nadie para enseñar a los demás, parece obvio que estas oportunidades de encuentro deben aprovecharse en todos los ámbitos, sin tener miedo, viviéndolas con alegría: porque si los muchachos ven que creemos en ellos, nunca serán espectadores.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros jóvenes a imaginar su futuro?
La pandemia nos ha demostrado lo necesario que es la responsabilidad. El yo responsable y solidario, el yo que reconoce el destino común de los seres humanos. El desarrollo integral de la persona se ha enriquecido con mayores implicaciones y coherencias, conectadas también al principio indispensable de paridad en dignidad e igualdad. La persona es más que el individuo: es un “yo” plenamente realizado. Vive en el "nosotros", busca el "nosotros". Sentimos que las ganas de volver a iniciar van en aumento: el motor es la confianza en que seremos capaces de mejorar.
