¿Qué le ha dejado la experiencia del CG28?
La experiencia del Capítulo General es siempre una experiencia de Iglesia y de Congregación que abre los ojos y el corazón... Siempre y también esta vez fue así. Entretanto, más que en los capítulos anteriores en los que participé, me ha impactado la gran sintonía de los capitulares en la visión de fondo y de los problemas que la Congregación como es normal que sea, está atravesando. Me impresionó enormemente, porque muchos capitulares no se conocían antes y para otros era la primera experiencia de este tipo... Entretanto, existió una enorme sintonía de visión y un entendimiento profundo y difundido sobre el camino que como Congregación debemos seguir. Creo que sea una expresión clarísima de la obra del Espíritu Santo.
¿En el sexenio pasado cuáles fueron los ejes fundamentales de su trabajo?
En el sexenio pasado tuve la suerte de poder acompañar la nueva Región Mediterráneo, nacida en el CG27. Justamente en el acompañamiento de la nueva Región, hija de dos Regiones anteriores, tuve una magnífica experiencia de Congregación. No se trató sólo de una suma, sino la construcción junto a los inspectores y a todos los hermanos de una nueva identidad, en una región no solamente internacional sino intercontinental: la presencia salesiana en en norte de África, en contexto islámico; las presencias preciosas y sangrantes de Medio Oriente; toda la faja de Europa meridional, desde Portugal hasta Romania. Una realidad magnífica, rica de historia y tradición... pero con grandes innovaciones en la corresponsabilidad laical, en el “quedarse” en contextos difíciles y por ello importantísimos... Y con una Familia Salesiana rica y viva.
¿Dentro de seis años cómo sueña la Congregación y la Familia Salesiana?
El sueño que se vuelve también una tarea es que la Congregación siga siendo viva y profética. Nuestro carisma tiene una frescura y una vitalidad inmensa, con una actualidad impresionante... Ser profetas y saber irradiar como Congregación y como Familia Salesiana esta vitalidad, para nosotros y para la Iglesia.
Y que la Familia Salesiana que está caminando bien, se ponga cada vez más en movimiento de “creyentes”, en la escuela de Dios y en los pasos del carisma salesiano. Un movimiento de creyentes, laical e insertado en la vida de la Iglesia.