“La soberbia de aquellos que creen en el poder de las armas, de los ejércitos, del progreso material, de la industria -matizó- en un instante se paraliza por un virus, por cosas invisibles, por cosas impredecibles”.
Por un lado, el Cardenal Rodríguez quiso subrayar la lección de que "aunque se tenga todo el poder, todo el dinero, todas las armas, la vida del hombre, como dice el salmo, es frágil como la flor del campo”. Por el otro, llamó la atención sobre un problema mayor: “Queridos hermanos, el dengue es mucho peor y ha causado muchísimas más muertes y somos indiferentes y sigue proliferando”, describen las agencias de prensa que declaró el purpurado.
De la misma manera, el cardenal instó a los presentes en la catedral a desdramatizar ante el avance de la epidemia, que ya ha llegado al Centroamérica, y por el contrario preocuparse por lo que puede considerarse una amenaza permanente en países como Honduras: la violencia que impera.
Si los gobiernos y la ciudadanía no optan por soluciones pacíficas, dijo, el panorama del país “seguirá siendo un matadero”, con cifras que superan la decena de muertes violentas diarias.
Sin embargo, el cardenal no dejó de recomendar a la feligresía responsabilidad ante la emergencia del coronavirus, recomendando “no esperar que todo venga de otros” sino poner medidas concretas para la prevención. “Sabemos que Dios nos ha dado la inteligencia” para protegernos del mal, apuntó.
“Queridos hermanas y hermanos no tenemos que desesperarnos ni angustiarnos, tristemente por la difusión de noticias de ese virus, tantas personas están con miedo, no. Nuestra esperanza está puesta firmemente en Dios, pero tenemos que colaborar y, por consiguiente, cuidemos la salud, cuidemos la limpieza, cuidemos también una sana alimentación”, subrayó.
Pese a estar en plena época de Cuaresma, con más asistentes a las misas en Tegucigalpa, el cardenal considera que es necesario comulgar con la hostia consagrada en la mano.
Su mensaje es de serenidad y de total confianza en Dios nunca defrauda. Y concluye: “pongamos nuestra esperanza firmemente en Dios”.
Fuente: Religión Digital