El centro de protección de los derechos de las personas discapacitadas de Koplik es una sala, en el mismo edificio que alberga las oficinas de la municipalidad de Malesi y Madhe, en el norte de Albania, pero con una entrada independiente. Aquí, todas las mañanas, de 10 a 15 niños y jóvenes, entre 4 y 35 años, se reúnen bajo el cuidado de Brisi, una señora de Koplik que ha dedicado su vida a cuidar de estos niños y a luchar por su derecho a no ser invisibles.
En Albania, como en muchos otros países del mundo, se deja de lado a las personas con discapacidad, se las mira con desconfianza o incluso con temor. La ley les garantiza una serie de derechos, pero en la práctica la realidad es diferente. Ciertamente se han dado algunos pasos importantes.
Además de la ayuda financiera para las personas con discapacidad, existen subsidios financieros adicionales para la atención domiciliaria en los casos en que la comisión médica lo considere necesario. En los últimos años se han creado varias asociaciones de defensa de los derechos de los discapacitados, así como estructuras especializadas en los principales centros de población para prestarles la asistencia necesaria. Sin embargo, las barreras, no solo las arquitectónicas, siguen siendo numerosas. Además de tener muy pocas oportunidades de socialización e inclusión social, la accesibilidad a la educación y al mercado laboral es muy limitada para las personas con discapacidades.
La mayoría de los niños viven en situaciones familiares difíciles. A las delicadas situaciones económicas se suman la exclusión social y la vergüenza de los miembros de la familia al mostrar a los demás la discapacidad de un miembro de su familia.
Una cosa es segura: si el cambio cultural se produce en Albania, seguramente vendrá de los jóvenes. De hecho, todos los martes desde hace unos meses, algunos jóvenes del VIS, junto con otros chicos de la zona, van al centro para pasar unas horas con Brisi y sus chicos o los invitan al centro juvenil abierto por el VIS para bailar, cantar o dibujar.
Los estudiantes de la escuela secundaria de Koplik organizaron una mañana de sensibilización sobre el tema de la discapacidad durante la cual, en presencia de los estudiantes de Brisi y otros estudiantes de su edad, compartieron poemas y pensamientos personales, así como bailes y canciones para agradecer a los niños del centro su alegría y vitalidad. Al final de la jornada, en la que también participó VIS, una alumna del colegio compartió sus emociones: "Al principio lo percibimos como una obligación escolar y pensamos que teníamos que enseñarles algo, pero pronto nos dimos cuenta, desde los primeros minutos que pasamos con ellos, que teníamos mucho que aprender de la fuerza de la mente, la alegría y el amor incondicional que estos chicos saben dar a todo el mundo de forma indiscriminada, sin filtros ni discriminaciones”.
La receta es sencilla: el conocimiento y la relación directa con los que se perciben como "diferentes" derriba todos los muros y libera la vista hacia horizontes más amplios, donde ya no hay lugar para sentimientos mezquinos como la intolerancia y la discriminación.