Shoshana Zuboff, economista de Harvard, escuchó esta pregunta en 1981: "¿Vamos a trabajar todos para una máquina inteligente o esa máquina va a ser utilizada por gente inteligente? Una pregunta no trivial a la que podríamos añadir: "¿Qué conocimiento puede prepararnos para que mañana seamos inteligentemente humanos?"
La respuesta no es fácil, pero podemos ofrecer algunas sugerencias prácticas para mantener nuestra humanidad en un hábitat cada vez más poblado por "sistemas inteligentes". Cabeza, corazón y manos son una metáfora de una forma integral de conocer y comunicar, podríamos decir: razón, sentimiento y acción. El vínculo social se construye a través de pequeños gestos y de la asunción de responsabilidades, y mientras continuamos utilizando nuestros dispositivos electrónicos, quizás con más conciencia, podemos mejorar la calidad de las relaciones con pequeños ejercicios de respeto y atención mutua.
Por ejemplo: todo lo que se puede decir cara a cara, evitamos enviarlo por mensaje, y mucho menos publicarlo. Aunque tengas que esperar, la espera es una fuente de sabiduría. Cuando nos hablamos cara a cara, aprendemos a conocernos, aprendemos a manejar la relación. Si tienes problemas con alguien o con el mundo, no te desquitas en las redes sociales, sino que primero tratas de entender de dónde viene el enojo y luego te enfrentas a alguien cara a cara. La mayoría de las paranoias nacen de un sentido de pérdida de control e impotencia y a menudo la agresión nace de una pobreza expresiva: si no se alimenta el espíritu, la carne resurge violentamente.
Hay remedios simples para esta pobreza. En lugar de alimentar la mente con tanta charla y banalidad puedes leer un buen libro, un artículo de periódico, ver una buena película, meditar. A la cultura de la prisa se contrapone la cultura de la toma de tiempo, a la cultura de la superficialidad se contrapone la cultura de la profundidad. Dejo que el lector descubra creativamente otras posibilidades.
Desde el punto de vista de la comunicación, recuerdo que en la vida inevitablemente comunicamos no solo lo que sabemos, sino también lo que somos.
P. Fabio Pasqualetti, SDB
Fuente: Unisal