En 1981 dejó su Burgos natal y se instaló en Goma, en el este de República Democrática del Congo. Aquel mismo año, organizó una liga de fútbol infantil gratuita y abierta a todos. Fue una revolución: llegaron cientos de muchachos de todos los barrios cercanos. El campeonato se convirtió en una leyenda. Este año, cien equipos y 1.600 niños participan en el mayor campeonato para muchachos de entre 9 y 15 años. En la liga, que se juega en el campo de fútbol de la escuela Don Bosco, se mezclan todas las etnias y clases sociales de la ciudad. Si preguntas por las calles de Goma, muchos hinchan el pecho de orgullo: “Yo también jugué en la liga de Honorato”.
A Honorato el fútbol no le interesa, pero sí su poder. “El deporte tiene una gran influencia en los niños y jóvenes, así que lo utilizo para transmitir valores como jugar en equipo, puntualidad, respetar al árbitro y al rival o lidiar con la frustración”.
Cien equipos y 1.600 niños disputan un campeonato en que el principal objetivo es educar. Cada domingo, el terreno se divide en seis rectángulos, Honorato reparte los balones y diez camisetas por equipo —que deben devolver al final del encuentro— y su silbato ordena el inicio de los seis partidos a la vez.
“No tenemos muchos medios —subraya Honorato—, así que damos el mismo trofeo cada año y algunas camisetas son de hace diez años”. La ilusión con la que juegan los niños es contagiosa.
Fuente: La Vanguardia