Cuando el Papa Francisco habla del “clericalismo”, de hecho, está defendiendo la eclesiología de comunión del Vaticano II. No hace más que afirmar de otra manera que la Iglesia pertenece a todos, y no solo a los sacerdotes y a los obispos. Esto es lo que los últimos tres sínodos han estado manifestando: que la familia no es un objeto de ministerio, es uno de los agentes de tal ministerio, y que los jóvenes no son meramente los receptores del ministerio, sino que son sujetos activos. Esto es lo que manifestaba el CG24 y lo que dice el Manual del Director, que la misión salesiana pertenece no solo a los Salesianos, sino también a los laicos y a los miembros de la Familia Salesiana.
Pero ¿cómo compartimos la misión? ¿Debemos seguir el ejemplo de algunas Inspectorías que confiaron audazmente sus obras a laicos y luego se retiraron en silencio? Y si no, ¿cuál podría ser el nuevo papel de la Comunidad Religiosa en la Comunidad Educativa pastoral? Es, como nos dice la CG 25, es el “punto de referencia carismático”. Y todo salesiano, como ha declarado el CG24, es ante todo un animador. “Ser, pues, animadores del movimiento de personas implicadas en el espíritu y en la misión de Don Bosco no es una función complementaria para alguna ocasión: es un rasgo vocacional que pertenece a la identidad del salesiano consagrado, personal y comunitariamente, y que es parte no secundaria de su praxis pastoral”, escribe el P. Juan Vecchi. (ACG 363, 23). “Además de ofrecer experiencias ocasionales, casi como aperitivo para despertar las ganas, estamos llamados a ser educadores y maestro de espiritualidad. Si nos parece una meta ambiciosa digamos que queremos ser compañeros y testigos autorizados, orientadores, guías en el camino de la espiritualidad (ACG 363, 27)
La nueva y ampliada concepción de comunidad exige, por tanto, una nueva forma de ser salesiano. Nos llama a estar dispuestos a renunciar al “poder, al dinero y al control” y a asumir el papel de la animación. Y en este tipo de situaciones, en las que la comunidad religiosa es el punto de referencia carismático, el Director es especialmente “custodio del carisma”.
Pero ¿qué autoridad tiene el Director en la CEP? Un nuevo tipo de autoridad, tenemos que decir. No es el tipo de autoridad jurídica que tiene sobre sus hermanos salesianos. La Iglesia y la Congregación hablan de un tipo diferente de autoridad, un nuevo tipo de autoridad, una que es más de servicio que de autoritarismo. Por supuesto que habrá que elaborar los detalles de cada situación, el modelo concreto de gobierno que hay que trazar, y eso es responsabilidad de Inspector y de su Consejo. Pero, como dije, el Director necesita crecer y convertirse en un nuevo tipo de autoridad. Un extraordinario documento reciente de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, “Para vino nuevo odres nuevos”: “En la más amplia visión sobre la vida consagrada desde el Concilio, hemos pasado del rol de la autoridad a la centralidad de la dinámica de la fraternidad. Es por ello que la autoridad no puede sino estar al servicio de la comunión: un verdadero ministerio para acompañar a hermanos y hermanas hacia una fidelidad consciente y responsable” (N. 41)
Pero ¿no es ésta otra manera de decir con Don Bosco: “Trata de hacerte amar”. El corazón del Manual del Director reside en ese maravilloso consejo de Don Bosco a su joven primer Director Don Rúa: “Studia di farti amare” (Trata de hacerte amar).
