Por: Cristian Calderón - OSC
Su amigo y compatriota Nader Torena, quien hace pocos meses terminó su voluntariado en ese lugar, le habló a Giuliano sobre la importancia de este deporte en la vida cotidiana de los beneficiarios y cómo este espacio se ha convertido en un ambiente ideal de evangelización. Todos los detalles adicionales no le contó, pues le dijo: "estando allá tienes que sorprenderte".
Este joven amante de la fotografía y de los animales, es oriundo de Rivera, ciudad del interior de Uruguay, donde en su niñez aprendió la devoción a María Auxiliadora por parte de su madre Noemí Sánchez. "Mi mamá me ensenó a estar siempre dispuesto al servicio del otro y a dar respeto y amor porque es ahí donde va a estar Dios". Aunque toda su adolescencia estuvo alejado de la Iglesia, se produjo un cambio radical cuando llegó a Montevideo en el 2012 para seguir sus estudios universitarios. Allí se involucró a las actividades pastorales de Talleres Don Bosco por invitación de su hermano Pablo. Desde un inicio la experiencia lo marcó a nivel personal y espiritual, tanto así que nunca más se alejó de ese ambiente salesiano.
¿Cómo te definirías como voluntario?
Dispuesto a servir y a acompañar, todas mis motivaciones se centran en compartir con los chicos, de amarlos y ver a Jesús en ellos. Para mí es fundamental entregarte a la misión y amar el lugar donde estés.
¿Cuándo nace tu motivación a esta labor?
En el año del Bicentenario de Don Bosco. En este entonces, el Colegio Juan XXIII de Montevideo hacía una experiencia de misión con los jóvenes de bachillerato y viajaban hasta mi ciudad para hacer esta labor. Yo me acerqué hasta la parroquia donde ellos dormían y les di una mano. Luego seguí vinculado y sentí el llamado a colaborar con esta misión.
Luego en la fiesta de Don Bosco, vi un letrero que decía Voluntariado Misionero Salesiano y me pregunté: ¿qué es esto?, entonces averigüé y supe que era un grupo que realizaba esta experiencia como un espacio de discernimiento para ver el llamado de Dios a la misión con estilo salesiano. En enero de 2016 hice la experiencia con ellos durante 15 días y comencé hacer camino, hasta que el año pasado me cuestionaba dónde era feliz y veía que todo se resumía y latía mucho más fuerte en la experiencia de misión.
¿Qué experiencias te han marcado este camino?
La experiencia que viví en mi ciudad, en una ocasión hablaba con la gente y los animaba a que sueñen en grande, pero ellos respondieron que eso no era posible porque pertenecían a una ciudad pequeña y que no podían llegar lejos. Yo les respondí que eso no es un obstáculo, y me puse como ejemplo de que se puede tener una profesión y darle lo mejor a tu familia.
También en mi trabajo tengo que ayudar a chicos con discapacidades intelectuales, físicas, motrices (Giuliano estudia Equinoterapia) y ahí también encuentras a Dios. Todas estas cosas fueron determinantes para dar el sí y disponer el corazón al servicio del otro.
¿Cuál será tu aporte a la obra de Esmeraldas?
Voy a entregar todo, no hay algo específico, voy a ir dispuesto a la necesidad de la comunidad, dispuesto a conocer la historia de los chicos y compartir lo que uno es. En ese compartir también entra la obediencia, hacer lo que a uno le digan y si es por los chicos con más fuerza aún.
¿Qué frase de Don Bosco pondrás en práctica allá?
"Estar siempre alegres", una frase que me motiva a hacer lo mejor y que es una invitación a llevarlo a cabo con lo más puro de nuestro corazón.
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