Don Ángel, antes de entrar en el tema del Sínodo deseo preguntarle: ¿cómo es ser el X Sucesor de Don Bosco?
Uno siente la responsabilidad de tener que hacer todo lo necesario para ser lo más fiel posible a lo que Don Bosco quería. Debemos acompañar a la Congregación como se espera que se haga hoy. Resulta muchas veces que uno se siente pequeño, comparado con la gran figura de Don Bosco. Pero me siento sereno, porque uno nunca estás solo. Uno se siente acompañado por la fuerza del Señor y porque hay gente maravillosa que siempre están a su lado. Estoy en el quinto año de servicio, he visitado 102 naciones de los cinco continentes y puedo decir que no me siento cansado en absoluto. Tengo mucha fuerza, mucha ilusión, mucho ánimo, es muy bonito. La responsabilidad es grande, pero no me siento solo.
Una actitud típica de Don Bosco fue la creatividad constante que utilizó para acercarse a los jóvenes. Esto nos lleva a un tema muy debatido, que es el mundo digital. ¿Cómo se aborda este tema en el Sínodo?
Lo que a menudo ha salido sobre este tema es que somos inmigrantes en el mundo digital. Los jóvenes, por otro lado, nacen y lo manejan de una manera que también nos puede dejar perplejos. Pero esto significa que ellos, los jóvenes, son los que mejor pueden comunicarse en este mundo. Nosotros no somos los que tenemos que enseñarles a comunicarse. Lo que podemos hacer es caminar junto a ellos. En cualquier caso, no podemos salir del mundo digital; es como si alguien, hace treinta años, dijera: no, no necesito una máquina de escribir.
Surgió la idea de escribir, al final del Sínodo, una carta dirigida a los jóvenes, además del documento final. ¿Qué le gustaría que estuviera escrito en esta carta?
Hablando como salesiano de Don Bosco, me gustaría que dijeran a los jóvenes que la Iglesia tiene puertas abiertas para ellos, que cualquiera sea su historia personal, estamos allí. Me gustaría que se dijese; si ellos nos permiten, que queremos acompañarlos en el camino de la vida. Me gustaría decir, y esto es muy salesiano, que creemos en ellos. Ellos pueden ser testigos en el mundo. Escucharían con más gusto a sus compañeros, incluso; más que al Rector Mayor de los Salesianos. Les diría: vayan, dígales a sus amigos que hay muchas razones para vivir la vida apasionadamente.
La mayoría de los Padres sinodales son obispos y, por lo tanto, tienen una edad y una autoridad que no siempre los pone en contacto cercano con los jóvenes. Entonces, ¿qué se puede hacer para llegar a estos muchachos?
En la vida he aprendido que el corazón de cada joven tiene una llave, pero se abre desde dentro. Nadie puede entrar si no lo permiten. Y entonces, ¿qué podemos hacer? Cuando todos regresen a su lugar de origen, a su diócesis, debemos dar prioridad a los jóvenes, asegurarnos de que nadie se sienta excluido. Estos son los efectos directos de un sínodo.
En EWTN, la entrevista completa en español