Nació en Cortenova en 1933, ya durante sus estudios vivió la misión salesiana entre los muchachos del reformatorio “Ferrante Aporti” de Turín. De 1960 a 1967 trabajó en el centro salesiano de “Arese”, confiada a los salesianos después de ser centro de menores de la “Asociazione Nazionale Beccaria”. En 1967 condujo al primer grupo de 25 jóvenes hacia el Brasil, iniciando junto con el P. Ugo De Censi y el P. Bruno Ravasio, la “Operación Mato Grosso”.
Después de regresar a Italia y servir como Director en Darfo, regresó a Arese, y mientras seguía acompañando a los muchachos que le enviaban los tribunales de menores en toda Italia, fue llamado por el entonces arzobispo de Milán, cardenal. Giovanni Colombo, para trabajar como capellán en la prisión de “San Vittore” en Milán.
El P. Melesi sirvió por 30 años, conociendo prisioneros de todas las razas y religiones, convirtiéndose en el amigo y en el hermano. En el servicio que realizó se encontró en la cárcel a terroristas, ladrones, asesinos, criminales, y también a una gran cantidad de gente sencilla que estaba presa por delitos comunes. Su estilo consistía en colocar en primer lugar a la persona.
El “sacerdote de la cárcel” convenció a las Brigadas Rojas entregar sus armas. Era verdaderamente un arsenal en manos de los terroristas. Este hecho tuvo lugar en la arquidiócesis, el 13 de junio de 1984, y fueron entregadas en manos del Cardenal Carlo Maria Martini. Este hecho fue precedido por su precioso e indispensable rol de mediador. El P. Melesi era un estrecho colaborador y asesor del Cardenal Martini.
En los últimos años compartió su experiencia a través de conferencias, encuentros, concentraciones y diversas publicaciones, incluyendo el libro entrevista “Sacerdote de la cárcel”, por Silvio Valota.
Reconociendo su talento como comunicador, el año 2013, la Universidad Pontificia Salesiana de Roma le concedió el grado “Honoris Causa en Ciencias de la Comunicación Social”.
Su herencia espiritual se puede condensar en algunas de sus expresiones famosas: “No es posible ayudar a una persona a cambiar su vida para bien si no nos ponemos de parte suya, si no nos hacemos cargo de su historia... Una persona, para ser buena, debe sentirse amado”.
