Posteriormente, el Papa Francisco firmó el Libro de Honor y se trasladó al “Salão China” del palacio presidencial, donde se dirigió a los cerca de cuatrocientos presentes, entre autoridades, representantes de la sociedad civil y del cuerpo diplomático. Fue la ocasión para repasar la historia de Timor Oriental, desde la llegada de los primeros misioneros dominicos, que llevaron el catolicismo y la lengua portuguesa –que sigue siendo idioma oficial junto con el tetum–, hasta la lucha por la independencia de Indonesia tras la emancipación de Portugal en 1975, conseguida definitivamente en 2002.
El país, como subrayó el Papa Francisco, “ha conocido las convulsiones y violencias, que suelen registrarse cuando un pueblo se asoma a la plena independencia y su búsqueda de autonomía es negada o contrariada”, pero “ha sabido resurgir, encontrando un camino de paz y apertura a una nueva fase” de desarrollo y valoración de sus recursos naturales y humanos.
“Mantuvieron firme la esperanza incluso en la aflicción y, gracias al carácter de su pueblo y a su fe, han transformado el dolor en alegría. ¡Que el Cielo quiera que también en otras situaciones de conflicto, en distintas partes del mundo, prevalezca el deseo de paz! De hecho, la unidad es superior al conflicto, siempre. La paz de la unidad es superior al conflicto”, añadió el Pontífice.
Hoy Timor Oriental es un país pacífico y democrático, comprometido en la construcción de una sociedad fraterna y en el desarrollo de relaciones pacíficas con los países vecinos en el ámbito de la comunidad internacional. No obstante, no faltan los desafíos, a menudo relacionados con los jóvenes. El 75% de la población tiene menos de treinta años, y muchos de los problemas de esta franja poblacional incluyen la proliferación de alcohol y bandas criminales. “Den ideales a los jóvenes, para que salgan de estas trampas”, exhortó el Papa Francisco.
El Santo Padre también invitó a los presentes a invertir en la educación, la familia y la escuela. Este tema es, claramente, muy querido para toda la Familia Salesiana, representada en la ocasión por los Superiores de los Salesianos de Don Bosco y de las Hijas de María Auxiliadora (HMA), en Timor Oriental. Para toda la Familia Salesiana, así como para toda la comunidad católica del país, esta visita es una oportunidad de recarga espiritual, además de ser un evento importante desde el punto de vista social, cultural y político.
Después de encomendar a Timor Oriental a la protección de la Inmaculada Concepción, “Virgem de Aitara”, como es particularmente venerada en el país, el Papa Francisco saludó a varios de los invitados en el palacio presidencial y a algunos miembros del personal, a quienes impartió bendiciones y regaló rosarios.
En el segundo día de la visita, el 10 de septiembre, el Papa Francisco se dirigió a la “Casa Irmãs Alma”, que ofrece cuidados y asistencia a menores con graves enfermedades. Allí, el Pontífice se reunió con las religiosas y unos cincuenta niños, que lo recibieron con cantos y regalos. El Papa, señalando el ejemplo de un pequeño afectado por una enfermedad neurodegenerativa, animó a los presentes al amor hacia los más frágiles.
Más tarde, se reunió con obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y catequistas en la Catedral de Dili. Hablando a los guías pastorales del país, el Santo Padre recalcó que anunciar a Cristo significa servir a los pobres, velando sobre uno mismo porque “la mediocridad y la tibieza espiritual siempre están al acecho”. Es necesario, prosiguió, no encerrarse en una religiosidad perezosa y auto-referencial, sino dar nuevo impulso a la fe contra todo aquello que humilla y destruye la dignidad humana.
Por último, no faltó una llamada a la importancia de la presencia femenina en la Iglesia. “El mensaje que ustedes, religiosas, llevan frente al fenómeno de la falta de respeto hacia las mujeres es que las mujeres son la parte más importante de la Iglesia, porque se ocupan de los más necesitados –subrayó–. Hermanas, sean las madres del pueblo de Dios; tengan el valor de hacer nacer las comunidades, sean madres”.
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