Si hay hitos en la Parroquia de San Carlos Borromeo y Basílica de María Auxiliadora de Almagro, ciudad de Buenos Aires, Argentina, siempre los más destacados fueron que, de niño, cantó en el coro el famoso cantor de tango argentino Carlos Gardel; y que Ceferino Namuncurá tomó su primera comunión en 1898.
Sin embargo, desde marzo de 2013, hay otro hito: en la Navidad de 1936 fue bautizado el niño Jorge Mario Bergoglio. Hoy, en una de sus paredes laterales, está enmarcada una copia del acta del libro parroquial que registra el sacramento. “Jorge Mario, hijo de Mario Bergoglio y Regina Sívori, apadrinado por Francisco Sívori y Rosa Vassallo de Bergoglio, fue bautizado por el padre salesiano Enrique Pozzoli”, puede leerse.
De estilo Románico Lombardo, el proyecto de la basílica se inició en abril de 1899 cuando fueron presentados los primeros bosquejos para expandir la iglesia de San Carlos, construida en 1872 y a cargo de la congregación salesiana desde 1878.
La propuesta del arquitecto P. Ernesto Vespignani SDB, residente en Italia, fue la ganadora. “A su llegada a la Argentina, el 4 de febrero de 1901, era poco lo que estaba hecho; solo había comenzado la excavación, a pico y pala, de parte del lugar que ocuparía la futura cripta”, recuerda una publicación homenaje que se editó en 2010, al cumplirse 100 años del aniversario de la inauguración de la basílica. Vespignani participó también en la dirección en otras obras religiosas como la parroquia de María Auxiliadora de Rodeo del Medio (Mendoza), la capilla interna de la Casa Salesiana de Bernal, la basílica de Luján y la catedral de La Plata, entre otras.
En una primera etapa de la obra, al no utilizarse todavía cemento armado ni hormigón, se usó lo que se llamaba tierra romana, traída especialmente en barriles desde Italia. En su proyecto Vespignani se propuso dotar a la basílica con elementos de la mayor calidad posible, con muchos materiales traídos desde Europa.
La basílica fue inaugurada el 24 de mayo de 1910, en coincidencia con la fiesta de María Auxiliadora. El 23 de marzo de 1903 se concedió a los salesianos de la Argentina la guarda de la figura de María Auxiliadora que había sido bendecida por San Juan Bosco en Turín en 1885.
Su altar fue bendecido por el Papa Francisco en 2007 cuando era arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina.
La decoración interior hace la diferencia. “El propósito que animó la decoración interior ha sido que la pintura con su significado simbólico completara el concepto arquitectónico. Por lo tanto, el color del ladrillo tenía que alternarse con el de la piedra, el azul estrellado de las bóvedas debía simbolizar el cielo, y los adornos floreados arabescados tenían que significar diferentes virtudes”, se detalla en los documentos históricos.
En los pasillos laterales de las dos plantas hay ventanas con vidrios y decoraciones policromas. Lo más imponente y que resulta decorativo es la elevación arquitectónica en una segunda planta que domina toda la iglesia y donde se puede acceder por dos escaleras laterales. En el frente del templo, al ingresar, el Pantocrátor también es sobresaliente (así se denomina, en el arte bizantino y románico, a la imagen con que se representa al Dios Todopoderoso). Se trata de una pieza escultórica de mármol blanco, tallada en un bloque por el artista salesiano Quintín Piana, en la que Cristo está sentado y secundado por dos ángeles.
La basílica presentaba una acústica perfecta por lo que se instaló un imponente órgano italiano, ubicado en la planta superior apenas se atraviesa la puerta, obra de Carlo Vegezzi Bossi, integrante de una dinastía familiar célebre por sus instrumentos sinfónicos románticos. El sistema original era de acción neumática y fue inaugurado en 1911 por el organista Luis Ochoa. En 1990 se electrificó el instrumento que desde ese entonces cuenta con comando electrónico y nueva consola. La original, ya desconectada, se conserva en la galería superior del templo.
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