RMG - Redescubriendo a los Hijos de Don Bosco que llegaron a cardenales: Miguel Obando Bravo (1926-2018)

18 Septiembre 2023

(ANS - Roma) - En el histórico Consistorio del 25 de mayo de 1985, que vio la asignación de hasta tres cardenales a los Hijos de Don Bosco, estaba también el entonces Arzobispo de Managua y Primado de Nicaragua, Monseñor Miguel Obando Bravo, figura de referencia no solo para la Iglesia local, sino para toda la nación, tanto que en 2016 fue declarado "sacerdote nacional para la paz y la reconciliación" por una ley especial.

Miguel Obando Bravo nació en La Libertad, Nicaragua, el 2 de febrero de 1926, en el seno de una familia campesina. Tras asistir a los cursos del instituto salesiano de Granada, obtuvo el bachillerato en Latín y Griego en San Salvador y, después de asistir a la Normal Superior de la misma ciudad, se licenció en Matemáticas, Física y Filosofía.

Ingresó en la Congregación Salesiana en 1949, emitió sus primeros votos el 31 de enero de 1950 en Ayagualo, cerca de El Salvador, y los votos perpetuos en Antigua Guatemala, el 29 de octubre de 1955. Estudió Teología en Guatemala y más tarde Psicología de las Vocaciones en Colombia, Venezuela y Roma, y fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1958, también en Antigua Guatemala.

Fue primero Profesor de Matemáticas y Física en los Liceos de Nicaragua y El Salvador; luego Director de la casa de formación "Instituto Rinaldi" de El Salvador, de 1961 a 1968; Consejero Inspectorial para América Central (CAM); y Delegado de la CAM al XIX Capítulo General de la Congregación Salesiana, que tuvo lugar en Roma en 1965.

Nombrado por Pablo VI obispo titular de Puzia di Bizacena y auxiliar de Matagalpa (Nicaragua) el 18 de enero de 1968, fue ordenado obispo el 31 de marzo del mismo año. Durante su estancia en Matagalpa dedicó especial atención pastoral a los campesinos y a sus urgentes problemas.

El 16 de febrero de 1970 fue nombrado Arzobispo de Managua, tomando posesión de la Arquidiócesis el 4 de abril del mismo año.

En un período muy difícil de la historia de Nicaragua, con corrientes contradictorias, supo actuar como baluarte contra las tendencias contradictorias. Se opuso enérgicamente a la injusticia y la violencia, incluso a través de cartas pastorales y en las columnas del periódico de la arquidiócesis. Denunció sistemáticamente la corrupción y las violaciones de los derechos humanos. Fue especialmente crítico con la corrupción del régimen de Anastasio Somoza, que se manifestó en la mala gestión de los fondos destinados a la ayuda tras el terremoto de Managua de 1972. También criticó las violaciones de los derechos humanos cometidas por la Guardia Nacional. Sus críticas, justificadas y apropiadas, pero continuadas, le valieron el irreverente apodo de "Comandante Miguel" por parte de las facciones progubernamentales, como si hubiera sido un líder de los opositores sandinistas.

Al mismo tiempo, leal solo a la Iglesia y al pueblo nicaragüense, Obando Bravo ni siquiera era partidario de los sandinistas cuando se estableció el gobierno revolucionario en 1980. Se opuso a la "Iglesia del Pueblo", al clero radical que apoyaba la teología de la liberación, y prohibió la "Misa Campesina Nicaragüense"; de hecho, insistió en la obligación canónica del clero de negarse a participar en el ejercicio del poder civil y se opuso a lo que llamó el "comunismo ateo" de los sandinistas.

El 25 de mayo de 1985, como se ha dicho, el Papa Juan Pablo II lo creó cardenal y le dio el título de San Juan Evangelista en Spinaceto. A su regreso a casa, todo el pueblo se echó a la calle para recibir festivamente al primer cardenal del país. Y como prueba de la estima que le profesaba, en 1987 Juan Pablo II volvió a invitarle a escribir los textos de las meditaciones para el Vía Crucis del Coliseo.

Fue Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua durante cinco mandatos (1971-75, 1979-83, 1985-89, 1993-97 y 1999-2005) y de 1976 a 1981 fue Presidente del Secretariado Episcopal de Centroamérica y Panamá.

Convencido de que los problemas se resuelven dialogando, fue garante de los acuerdos de paz y reconciliación que pusieron fin a la violencia en repetidas ocasiones. La última vez que fue invitado a un cargo de este tipo fue en 2007: aceptó, pero solo tras recibir el permiso de la Santa Sede, y el Papa Benedicto XVI le animó a "trabajar por la reconciliación de la familia nicaragüense".

Fiel a su lema episcopal paulino Omibus omnia factus (Me hice todo para todos), el cardenal siempre recordó que la Iglesia en el país no estaba con un partido, sino con el pueblo, dispuesto a denunciar cualquier injusticia. Quería una Iglesia totalmente dedicada a la evangelización y, de hecho, para fortalecerla, promovió el sínodo diocesano de Managua, con el objetivo de hacer penetrar en la sociedad la verdad sobre Cristo y la verdad sobre el hombre, gracias también a la aportación de los cristianos laicos.

Como cardenal, no dejó de llamar la atención del mundo sobre los problemas de su patria, y sus acciones no permanecieron ocultas: numerosas organizaciones internacionales le otorgaron prestigiosos premios por su ininterrumpida labor pastoral y humanitaria.

El cardenal Miguel Obando Bravo falleció el 3 de junio de 2018 y está enterrado en la capilla de la Universidad Católica 'Redemptoris Mater' de Managua. 

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