Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), los índices de detección de este terrible fenómeno cayeron un 11% en 2020 y las condenas se desplomaron un 27%, lo que demuestra una ralentización mundial de la respuesta de la justicia penal a la trata. Y la pandemia del COVID-19 también ha cambiado las características de la trata, empujándola cada vez más hacia la clandestinidad y aumentando potencialmente los peligros para las víctimas.
Quienes acaban en las redes de los traficantes de personas son en la mayoría de los casos quienes ya han sufrido mucho y quienes más ayuda necesitarían. "Quienes carecen de estatuto jurídico, viven en la pobreza, tienen un acceso limitado a la educación, la atención sanitaria o un trabajo digno, quienes sufren discriminación, violencia o abusos, o proceden de comunidades marginadas, suelen ser los principales objetivos de los traficantes", explica la ONUDD.
Por su parte, los Salesianos trabajan tanto para prevenir la trata como para ayudar a las víctimas que viven en la calle y buscan una segunda oportunidad en la vida. "Los Salesianos ofrecen una amplia variedad de programas y servicios para combatir la trata y garantizar la seguridad de los jóvenes", informó el Padre Timothy Ploch, Director Interino de Salesian Missions, "educan a los jóvenes sobre los peligros asociados a la migración y que pueden ponerlos en riesgo de ser víctimas de la trata, y también ofrecen programas de formación para ayudar a los jóvenes a encontrar trabajo en sus comunidades".
Entre los programas salesianos más conocidos y activos en la lucha contra la trata se encuentra sin duda el "Proyecto Salesiano Tijuana" (PST), que entre sus numerosas actividades en favor de las personas vulnerables que viven o pasan por esa ciudad fronteriza, en la frontera entre México y Estados Unidos, incluye también el "Comedor Padre Chava". Aquí, desde 1987, los migrantes y los jóvenes pobres encuentran comida y alojamiento en un entorno familiar y acogedor, donde pueden cortarse el pelo, cambiarse de ropa, asearse y ponerse en contacto con sus familias. A lo largo de los años, el TSP también ha ampliado su red de colaboraciones a diversas agencias internacionales de la ONU y a la Cruz Roja, con el fin de facilitar una atención integral a las personas más expuestas al riesgo de trata.
En Perú, cerca de Lima, existe, en cambio, la Casa Don Bosco, ubicada en Magdalena del Mar, que acoge a refugiados venezolanos, que comenzaron a huir masivamente de su país entre 2018 y 2019. Actualmente, el centro alberga a cuarenta y cinco jóvenes migrantes y refugiados de entre dieciocho y veinticinco años, así como a cinco familias que viven en extrema pobreza; pero en los últimos años han pasado por sus puertas más de setecientos jóvenes, entre ellos de Ecuador y Colombia. En la Casa Don Bosco', los jóvenes reciben el apoyo de educadores y psicólogos, viven en un ambiente familiar que favorece el crecimiento personal y espiritual, y son acompañados en un camino gradual hacia el empleo, la asunción progresiva de responsabilidades hacia el resto de la comunidad y, en general, una vida autónoma.
En Sierra Leona, el programa Girls Os+ del centro "Don Bosco Fambul" de Freetown ofrece apoyo y recuperación a niñas menores de edad que han sido víctimas de violencia y abusos sexuales y obligadas a prostituirse. Desde que comenzó hace seis años, el programa ha cambiado la vida de más de seiscientas niñas, dándoles la oportunidad de comenzar una nueva vida y acceso a la educación. Es el único programa de este tipo en toda África Occidental, y permite a las chicas vivir en un entorno seguro y acogedor, las lleva a superar sus traumas y a empezar una nueva vida, y, junto con los demás programas de "Don Bosco Fambul", dota a las jóvenes de las habilidades necesarias para encontrar y mantener un empleo digno.
Por último, en Namugongo (Uganda), los salesianos dirigen la misión Don Bosco Children and Life Mission (Don Bosco CALM). La organización salesiana rescata, rehabilita y reintegra en la sociedad a niños de la calle, huérfanos, menores maltratados y abandonados, así como a enfermos de SIDA/VIH. Los Salesianos satisfacen sus necesidades básicas y proporcionan a todos ellos -actualmente ciento sesenta y cinco menores- educación y actividades socioculturales y recreativas para ayudarles a alcanzar un futuro brillante.