Música y aplausos, percusión y banderas de colores acompañaron su llegada en el papamóvil. Los jóvenes congoleños junto a los catequistas acudieron a este encuentro largamente esperado, aplazado desde julio pasado. Los muchachos presentaron al Papa sus vidas, expectativas, problemas, anhelos de honestidad y bondad. “Queremos la paz en la RDC”, se leía en algunas de las pancartas.
Por su parte, el Santo Padre exhortó a los presentes dirigiéndose a ellos individualmente: “Joven, de tus manos puede venir la paz que le falta a este país”. El Pontífice ha asociado cinco ingredientes diferentes a los dedos de su mano para construir un futuro de paz.
Los dedos pulgar, índice, medio, anular y meñique -sugiere- pueden guiarnos en la identificación de prioridades en la confusión: oración, comunidad, honestidad, perdón y servicio; cinco ingredientes para construir la paz y un futuro diferente.
Al dedo pulgar el Pontífice lo identifica con la oración, que si bien podría parecer una realidad abstracta es el arma más potente.
El Papa asigna al dedo índice con el que se indica algo a los otros, la importancia de la comunidad, con la invitación a pensarse siempre juntos para ser felices, a no dejar que la soledad y el cierre arruinen a la juventud. En este caso, también es fuerte el llamado a elegir el bien y no dejarse engullir por el pantano del mal: corrupción, drogas, ocultismo, brujería, tribalismo, violencia, guerra.
El dedo medio, el central que está sobre los demás está “como para recordarnos algo esencial”, el Papa atribuye “el ingrediente fundamental para un futuro a la altura de vuestras expectativas: ¡la honestidad! Ser cristiano es dar testimonio de Cristo. Ahora bien, el primer modo de hacerlo es vivir rectamente, como Él quiere".
El dedo anular, el dedo de los anillos de boda, pero también el más débil, lleva el recuerdo del perdón: "en nuestras fragilidades, en las crisis, ¿cuál es la fuerza que nos hace seguir adelante?, el Perdón. Porque perdonar es saber empezar de nuevo. Perdonar no significa olvidar el pasado, por el contrario no resignarse a que se repita. Es cambiar el curso de la historia. Es levantar a los que han caído”.
Finalmente, para el dedo meñique, el Papa vuelve a poner su ímpetu en el servicio: “La preguntita que se pueden atar al dedo todos los días es: ¿qué puedo hacer yo por los demás? ¿Cómo puedo servir a la Iglesia, a mi comunidad, a mi país?”.
En conclusión, el Pontífice animó y responsabilizó a los jóvenes: “La República Democrática del Congo espera de vuestras manos un futuro diferente, porque el futuro está en vuestras manos. ¡Gracias a ustedes, su país volverá a ser un jardín fraterno, el corazón de la paz y la libertad de África!".