Ciertamente no falta espacio en el oratorio de la comunidad salesiana, al que asisten unos 400 menores. Durante 50 años ha sido el corazón del barrio "dormitorio" construido en la década de 1960 para responder a la emergencia habitacional. El más poblado, pero al mismo tiempo desprovisto de servicios.
Un barrio complicado en la ciudad de la cuarta mafia (el Municipio está bajo inspección desde hace un año). El 11 de julio, a dos pasos del oratorio y a plena luz del día -muchos entraban en la iglesia para un funeral y el campo de deportes estaba abarrotado por las iniciativas "Verano Jóvenes"-, una persona con antecedentes penales fue asesinada. Al día siguiente, frente a la parroquia, los Salesianos del Sagrado Corazón, con el Presidium de la asociación antimafia "Libera", organizaron un plantón. “La mafia mata, el silencio también”, decían los carteles. Porque la respuesta ante el peligro de la resignación, aclaran, debe ser inmediata.
El oratorio del barrio Candelaro es una pequeña escuela de vida, donde las reglas son las mismas para todos, para el hijo del patrón y para el del pequeño empresario, porque todo el mundo viene aquí. “Estamos trabajando para generar servicios sistemáticos para los niños. No basta con imaginar -continúa Marino- un proyecto extraescolar de dos años, aquí el programa extraescolar debe estar siempre”. Por esto se está tomando un acuerdo con la Universidad de Foggia. “Estudiantes de varios Departamentos, como Ciencias Motrices y Formación, realizarán sus prácticas en el oratorio y aportarán su contribución a las actividades educativas y deportivas”.
El párroco, padre Antonio Carbone, SDB, es aún más explícito: “En estos barrios, además de un ejército de soldados, hace falta un ejército de docentes. Debemos dar esperanza y construir esperanza, y lo que estamos tratando de hacer es una actividad educativa. Damos apoyo escolar, porque sin un mínimo de cultura no podemos salir de la subcultura de la ilegalidad, de la ignorancia y el crimen”.
Padre Carbone llegó a Foggia desde Torre Annunziata hace un año. “Vengo de una realidad muy parecida. Sabemos que Foggia está entre las últimas ciudades en términos de calidad de vida. Y el Candelaro es una zona con fuerte presencia delictiva, el de este mes de julio fue el último de cuatro asesinatos en el área desde principios de año. Se necesita un fuerte compromiso, se realizan talleres todas las tardes para potenciar la expresividad y actividades deportivas. Nada como el deporte educa al cumplimiento de las normas y del respeto al prójimo”.
En el oratorio nació un laboratorio de pensamiento que reúne escuelas, universidades y padres de familia. “Ocho de cada diez adolescentes me dicen que quieren dejar Foggia. Quieren crear un futuro para sí mismos en otro lugar. Pero no podemos permitir que se prive a esta zona de las mejores energías y se la deje en manos de delincuentes”, prosigue el salesiano.
En pocos meses se sentaron las bases de una "comunidad educativa". Marino explica además: “Creemos que las alianzas educativas son necesarias para estar más cerca de los jóvenes del barrio y hemos dado pasos concretos para formalizar un pacto educativo que une a las familias, consolida la relación con las escuelas, que son una protección de la legalidad, de la educación en el barrio, y luego ampliamos la red a otras asociaciones, a la parroquia y a la universidad”.
El Centro de Servicios para el Voluntariado (CSV) de Foggia apoyó el proyecto “Una patada a la pandemia”. “La Asociación de Promoción Social 'Sagrado Corazón' está actuando -concluye el presidente, Pasquale Marchese- con gran generosidad y sentido de comunidad en un barrio complicado como el de Candelaro. El proyecto, así como el resto de actividades que están realizando los voluntarios, ofrece momentos de serenidad y sana agregación, sacando a los chicos y chicas del barrio de la callem que muchas veces es un 'mal maestro'".
Paola d'Amico
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