El documento propone profundizar la necesidad de constituirnos en un único "nosotros" que sea cada vez más amplio y acogedor, que se encuentre con todos aquellos que viven en condiciones extrañas, abandonando la distinción entre "nosotros" y "otros" para sentirnos parte del único pueblo de Dios (cf. Gn 11, 1), y retomando en este sentido el tema de la última Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.
El texto se desarrolla en torno a siete ejes temáticos para promover una verdadera cultura del encuentro, reconociendo la presencia de Dios en el otro, en particular en el migrante o refugiado que proviene de otro contexto cultural, superando el miedo al diferente, practicando el escuchar, y viviendo la "catolicidad" como misión evangelizadora con vistas a la comunión.
Entre las buenas prácticas anexadas al texto, se debe mencionar al Cardenal Arzobispo Salesiano de Rabat, Marruecos, Mons. Cristóbal López Romero, que pensó en iniciar un camino sinodal a partir del encuentro y del diálogo con los musulmanes; y un proyecto salesiano realizado en Madrid y Sevilla y dirigido a jóvenes refugiados, con el objetivo de su plena integración en la comunidad.
El compromiso salesiano también fue reconocido en los informes regionales sobre la pastoral migratoria durante la actual pandemia, destinados a mostrar las buenas prácticas de las comunidades locales respecto a los 4 verbos propuestos por el Papa Francisco: “acoger”, “promover”, “proteger” y "integrar". En particular, se presentaron las experiencias en los tres centros salesianos de Egipto, en el campo de refugiados de Palabek, Uganda, y en el proyecto “Awalé” en Cartagena, España.
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