¿Elegiste el destino o te lo asignaron? ¿Estás feliz con este?
Nunca había pensado en ser sacerdote, ni siquiera salesiano misionero o ir algún día a Portugal… Pero hoy el Señor me envía allí para servir y el sentimiento que me acompaña es de alegría y acción de gracias por este nuevo destino.
¿Cómo tomaron las personas cercanas tu decisión de ser misionero?
A todos los miembros de mi familia, amigos, hermanos y conocidos les hubiera gustado verme vivir junto a ellos, por eso para algunos de ellos fue difícil aceptar esta noticia, sobre todo para mi familia... Pero con fe entendieron que esta es la voluntad de Dios.
¿Tienes dudas o temores sobre la nueva cultura, la nueva realidad…?
No ignoro que adaptarse a una nueva cultura, idioma, gente y nación, no es fácil... Pero sé que siempre es posible, con la gracia de Dios, vivir y crear nuevas relaciones.
¿Qué proyectos o sueños tienes para tu misión?
No tengo planes más grandes que ofrecer Cristo al mundo, siguiendo los pasos de San Juan Bosco.
¿Tiene modelos misioneros que quieres seguir o imitar?
Mi vida misionera no surgió de la nada, sino de la asistencia de algunos misioneros salesianos que me inspiraron y acompañaron a profundizar mi discernimiento, entre otros: el padre Dick Zwarthoed, que me ayudó a convertirme en salesiano, y Mario Valente, que me iluminó en el discernimiento misionero. Bueno, ambos llevaron su vida en el Congo, con gran sencillez, hasta la vejez.
La vida misionera es ante todo evangelización y celo pastoral de las almas. ¿Qué piensas al respecto?
Como salesiano de Don Bosco, en el centro de mi apostolado está la evangelización, para la salvación de las almas de los más pequeños, pobres y abandonados. Así, me preparo espiritual, moral, intelectual y físicamente, para encontrarme con aquellos hacia quienes el Señor me envía.
¿Quieres dar un mensaje a tus hermanos o a los jóvenes?
El mensaje que puedo dar a los hermanos es que la vida misionera es una vocación dentro de una vocación y es posible vivirla cuando realmente proviene desde lo más profundo del corazón.
A los jóvenes les digo que la misión no es sólo irse lejos del propio país, llevar la Biblia y predicar en la calle, o algo que sea reservado sólo a los salesianos; se puede hacer misión donde no se está, entregándose a los demás, viviendo con sencillez, dando un buen testimonio de vida en el propio entorno.