¿En qué consistió su trabajo?
El servicio que brindé fue muy agradable y particular. Consistió esencialmente en una vida de encuentros continuos con las personas: con los misioneros que llegaron a Turín-Valdocco para presentar las necesidades de los más pobres y pedir ayuda; y con nuestros benefactores para dar a conocer las necesidades de la misión y extender la mano para… “pedir caridad”.
¿Cuál cree que es el resultado más importante logrado? ¿Qué retos le deja al padre Antúnez?
Tengo dificultad a individuar un resultado preciso, como si el servicio fuera solamente una carrera con una meta para alcanzar. Coordinar la Procura Misionera para mi no fue un trabajo, sino una "misión". Al padre Daniel Antúnez le doy el testimonio de una actividad en movimiento, proyectada hacia un horizonte de intensa relación con nuestros bienhechores, que necesita ser cada vez más personalizada. Es en la relación personal, caracterizada por el espíritu de familia que nos enseñó Don Bosco, donde deberá medirse.
Durante su mandato visitó muchas misiones. ¿Qué episodio le impresionó más?
He conocido a muchos cohermanos salesianos y los he visto trabajar en el lugar. Su testimonio es conmovedor: ¡están haciendo verdaderos milagros!
Entre las obras que más me llamaron la atención está la de un encuentro en uno de nuestros centros de formación profesional en Vietnam. El dirigente de una empresa comercial dijo que contrata con gusto a los jóvenes calificados de la escuela salesiana, por tres razones: no roban, obedecen al patrón, saben trabajar en equipo. Un elogio más lindo, dirigido a nuestro servicio educativo, no podíamos recibir.
¿Cuáles son los “secretos” para llevar a cabo con éxito esta misión?
Recaudar fondos para apoyar las obras salesianas en tierras de misión es echar una mano a la Providencia para que el cuidado de Dios por la humanidad se vuelva concreto. Más que "secretos" hablaría de "actitudes". Primero que nada, hay que ser humilde y reconocer que lo que uno está haciendo es obra de Dios, luego ser sincero y transparente, presentando las necesidades reales de los más pobres, y no lo que a uno más le gusta. Finalmente, ser agradecidos.
¿La pandemia ha minado o reavivado la generosidad?
La pandemia nos asustó a todos, pero la generosidad no faltó, porque nos sentimos más "humanos" y solidarios. En particular, nuestros benefactores se hicieron presentes de una manera fuerte y a menudo, conmovedora. Por esto debemos dar alabanza a Dios.
¿Quieres compartir algo más?
Deseo agradecer. Es mucho más lo que he recibido que lo que he podido modestamente donar. Y concluyo citando a Don Bosco: "Dios bendiga y recompense a todos nuestros bienhechores".
https://www.infoans.org/es/component/k2/item/12901#sigProIdc90d92b596