El primer encuentro, “Re-significación en tiempos de Covid”, fue acompañado por el profesor de teología de la casa, Javier Velázquez, encargado del Instituto Arquidiocesano de Formación (IAF). En ese espacio buscaron construir juntos una mirada esperanzadora del tiempo de pandemia. ¿Cómo vivir la esperanza encerrado? ¿cómo darle un sentido y significado a este tiempo de incertidumbre? ¿en dónde poner nuestro corazón? fueron las preguntas disparadoras con vistas a leer la realidad desde una mirada cristiana, con fe y optimismo.
En el segundo encuentro titulado “Desconcentrarse para conectar”, los acompañó la animadora y psicóloga Florencia Nasif. En esta “pecera" descubrieron distintas herramientas para volver a lo esencial de sí mismos, y aprovechar el tiempo en casa para ponerse creativos y encontrar en su interior un mundo infinito para seguir conociendo. Ante el uso excesivo de tecnología y a la saturación de información, consideraron fundamental poder parar y reconectar consigo mismos y con los demás, para tener una verdadera conexión y comunicación.
El tercer encuentro, “Cómo ser Iglesia en casa”, fue animado por el Pbro. Pablo Bonavía, profesor de Teología. En ese intercambio, dialogaron sobre la fe cómo acercarse a Jesús en este tiempo lejos del templo, volviendo al evangelio, a la propia oración y al encuentro personal. “Soñamos, una comunidad, hacia dónde nos gustaría caminar como Iglesia y aprender lo que nos deja esta pandemia, para empezar a movernos”, afirman los organizadores de los encuentros.
Finalmente, la última “pecera”, “Buenos cristianos y honrados ciudadanos”, fue animada por el P. Pancho Lezama sdb. En esa instancia se analizaron las distintas miradas que hay sobre la realidad y cómo los medios van moldeando las percepciones individuales y colectivas de nuestra sociedad. También, se reflexionó sobre la libertad y la responsabilidad personal en la lectura crítica de la realidad. También se intercambiaron pareceres sobre las causas que nos mueven y comprometen; de cómo la acción individual impacta en la construcción de nuestro mundo.
“Al CML lo construimos entre todos. Ésta, fue una de las motivaciones que me llevó a participar de los encuentros, una clara respuesta a querer sumar mi grano de arena a la casa que tanto me brinda. Sabiendo que además, no solo iba a aportar, sino también a recibir. Y así fue que se gestaron intercambios muy buenos con personas que, formando parte de la casa uno quizás no conoce, pero que su presencia hace del CML un lugar tan único. Precisamente es eso lo que más valoro de este espacio, la posibilidad del encuentro, y no solo con los demás, sino también conmigo mismo. Pude apreciar otras realidades y puntos de vista, sabiendo que la vida va mucho más allá de mi propia existencia. El intercambio, a pesar de haber sido a través de la pantalla, abrazaba la vida de cada uno. Fue una gran experiencia, a partir de la cual puede realizar nuevos pasos y dejar nuevas huellas…”, compartió Santiago Noboa, integrante de la casa.
El exalumno Matías Da Rosa, por su parte, afirmó que lo que lo motivó a participar fue la temática propuesta: “Entiendo que son cosas que como jóvenes debemos involucrarnos e intercambiar posturas. Quizás, este tiempo de cuarentena, fue el puntapié para poder mirar los temas que nos interpelan y poner una mirada crítica sobre ellos. Sobre el espacio valoro que haya sido diverso en posturas, pero siempre respetándonos”.
“La “pecera” fue una instancia de encuentro que posibilitó vernos las caras por un rato, y un momento de reflexión. Todos los invitados tenían algo interesante para decir y lo transmitían de diferentes formas dinámicas. Estuvo muy lejos de ser una charla tipo monólogo, sino que fueron momentos de compartir y conversación de los cuales siempre te llevabas algo para pensar. A veces hasta con más preguntas que las que ya tenías, pero eso también es lo lindo de encontrarnos”, compartió la integrante del CML Agustina Silvaredonda.
Fuente: Salesianos Uruguay
